Cuando hablamos de síndrome de abstinencia, nos referimos a que una persona ha dejado de consumir sustancias psicoactivas y siente la necesidad de volverlas a tomar para sentirse completo. Un efecto bastante distópico por el que atraviesan las personas que se han convertido adictos a determinadas drogas, ya sean depresoras, estimulantes o alucinógenas del sistema nervioso central.
Categorías del síndrome de abstinencia
El síndrome de abstinencia se conoce coloquialmente como mono. Esto ocurre cuando las personas que han abusado de algunas drogas como por ejemplo: el alcohol, tabaco y los estupefacientes dejan de consumirlas y han generado una dependencia tan grande a ellas que desarrollan distintos síntomas como irritabilidad, frustración, ansiedad, insomnio, desajustes en el peso, entre los más leves.
Los síntomas son muy variados y dependen del tipo de sustancia y cantidad ingerida.
Los tres tipos de síndrome se caracterizan por el tiempo en que tardan en aparecer los síntomas.
-Síndrome de abstinencia agudo: aparece nada más interrumpir el consumo de una sustancia psicoactiva hacia la que se sufre adicción. Los síntomas dependerán de estas. Generalmente el síndrome de abstinencia produce lo contrario al consumo de la sustancia. Por ejemplo: si se deja de fumar marihuana, la cual produce relajación, el síntoma que se manifestará por no tener el THC será la irritabilidad, ansiedad, depresión, alteraciones del sueño, desgana, agresividad, etc.
-Síndrome de abstinencia tardío: se presentan problemas de salud físicos y psicológicos por las alteraciones que ha sufrido el sistema nervioso. Aumenta la posibilidad de la recaída.
-Síndrome de abstinencia psicológico: surge cuando la persona mantiene el hábito de consumir una sustancia psicoactiva donde solía hacerlo. Por ejemplo: si una persona sale de fiesta y habitualmente consumía cocaína, su cerebro desarrolla el aprendizaje y quiere repetirlo siempre que se disponga a salir de fiesta.
¿Por qué hay adicción a las drogas?
Nuestro cerebro produce sus propias sustancias químicas para que se mantenga la persona feliz, emocionada, motivada y con placer. Sin embargo, con las drogas se intensifican esas emociones y sensaciones, dado a que perturban la realidad.
Cuando le damos al cerebro esas sustancias de manera externa y artificial con las sustancias psicoactivas, el sistema nervioso central las acoge. Lo que ocurre es que cuando se estimule el cerebro de forma natural, la recompensa que recibirá la persona lo asimilará como 'pequeña', por eso aumentan las cantidades de consumo en las drogas, ya que la persona que lo ingiere se hace cada vez más tolerante a la sustancia y se genera un círculo vicioso del que se debe salir.
Según el estudio Las drogas y el cerebro del Instituto Nacional de la Salud, cada vez que el circuito de recompensa se activa a raíz de una experiencia sana y placentera, una ráfaga de dopamina que refuerza la conducta de repetir acciones placenteras) envía la señal de que está sucediendo algo importante y es necesario recordarlo. Esta señal de la dopamina crea cambios en la conectividad de las neuronas que hacen que resulte más fácil repetir la actividad una y otra vez sin pensar en ello, lo que lleva a la formación de hábitos.
Zonas del cerebro a las que afecta:
El sistema nervioso central es uno de los que más dañado se queda después de estar sometido a las sustancias psicoactivas. Las partes que más sufren son los ganglios basales, la amígdala y la corteza prefrontal.
-Los ganglios basales: su función es activar la forma de la motivación y participar en la formación de hábitos y rutinas. Estas zonas constituyen un nodo clave en lo que a veces se denomina el circuito de recompensa del cerebro. Las drogas generan hiperactividad en este circuito, lo que produce la euforia que se siente al consumirlas. Pero cuando la presencia de la droga se repite, el circuito se adapta y disminuye su sensibilidad, lo que hace que a la persona le resulte difícil sentir placer con algo que no sea la droga.
-La amígdala: cumple una función en las sensaciones estresantes como la ansiedad, la irritabilidad y la inquietud, las cuales son características de la abstinencia una vez que la droga desaparece del sistema y motivan a la persona a volver a consumirla. A medida que aumenta el consumo de la droga, este circuito se vuelve cada vez más sensible. Y con el tiempo, una persona con trastorno por consumo de drogas no las consume ya para lograr un estado de euforia, sino para aliviar temporalmente ese malestar.
-La corteza prefrontal: dirige la capacidad de pensar, planificar, resolver problemas, tomar decisiones y controlar los propios impulsos. Los cambios en el equilibrio entre este circuito y los circuitos de los ganglios basales y la amígdala hacen que una persona que sufre de un trastorno por consumo de drogas busque la droga en forma compulsiva y tenga menos control de sus impulsos.
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