Niñofobia: "Cancelar a un grupo de edad es el sumun de una sociedad podrida"

Un padre y sus hijos disfrutando de la piscina de un hotel.
Un padre y sus hijos disfrutando de la piscina de un hotel.
Pixabay.
Un padre y sus hijos disfrutando de la piscina de un hotel.

En España, aproximadamente 8% de los establecimientos son ‘Adults Only’, es decir, tienen terminantemente prohibida la entrada a niños. De ellos, el 1% son bares y restaurantes, el resto piscinas, hoteles y otros. Es la cara más visible del cada vez mayor rechazo que reciben los niños solo por el mero hecho de ser niños y una práctica que se ha normalizado sin apenas llevarnos a la reflexión. ¿Lo entenderíamos de la misma manera si se le denegara el acceso a personas adultas debido a su género, etnia u otras características? 

Conocida popularmente como ‘niñofobia’, muchos expertos consideran que el germen de este problema en una sociedad cada vez más adultocéntrica, en la que se ha asumido y normalizado algo que no lo es. De todo ello hablamos con la educadora social Tania García, con más de 24 años de experiencia en la profesión y precursora de la filosofía educativa: Educación Real, que promueve la ética en el trato con niños y adolescentes.

¿Qué es exactamente la niñofobia y cuál es su origen?La niñofobia es una forma de discriminación que se caracteriza por el rechazo social hacia los niños y niñas. En realidad, la niñofobia, supone una pequeña parte de la violencia contra la infancia y adolescencia a la que nos enfrentamos socialmente, ya que la base donde se sustenta esta niñofobia, es, precisamente, en el adultocentrismo, que es la creencia social y sistemática, en la que los adultos tienen poder sobre los niños, niñas y personas adolescentes, y, por lo tanto, estos adultos manejan y manipulan las dinámicas sociales a su merced, llevando a la infancia y adolescencia a un desconocimiento total de sus derechos.

¿Por qué rasgos se podría caracterizar?Partiendo de la base de que esas personas se sienten superiores a los niños y niñas, basándose en esta violencia en estructura integrada y simbólica, y por ende normalizada, acostumbran a evitar situaciones en las que pueden encontrarse con niños y niñas porque les molestan, sienten incomodidad o ansiedad ante la situación de tener que relacionarse con los niños y niñas, tienen una nula empatía por las necesidades de los niños y niñas y se comportan de manera violenta contra ellos/as.

¿Por qué crees que se ha convertido en una tendencia cada vez al alza?
Porque la sociedad es adultocéntrica, por tanto, hemos asumido y normalizado algo que no es normal. Si no tuviésemos una sociedad adultocéntrica, esto ni siquiera se plantearía. De hecho, hablando de niñofobia, estamos dándole espacio a esta posibilidad, le ponemos un nombre y lo visibilizamos, ya que asumimos que esto es y va a ser así, y si hacemos esto, seguiremos viendo como se vulneran los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y nos quedaremos anclados en esta nueva realidad, cuando debemos hacer todo lo contrario.

Cambiar la forma en la que tratamos a la infancia y adolescencia en el hogar, escuela, entornos de ocio, etc. Es el primer paso, para alejarnos de esa discriminación cada vez más integrada y normalizada.

La educadora social Tania García.

Tania García

  • Educadora social y precursora de la filosofía educativa: Educación Real
Educadora social colegiada, investigadora social certificada, con más de 24 años de experiencia en la profesión y precursora de la filosofía educativa: Educación Real®, la cual promueve la ética como piedra angular en el trato para con la infancia y adolescencia. Su vinculación con el mundo educativo comenzó cuando tenía apenas 14 años, a raíz de sufrir maltrato físico y psicológico durante toda su vida, por parte de sus figuras de referencia, con la intención de cambiar el paradigma educativo y social para con los derechos de la infancia y adolescencia. Desde entonces, ha desarrollado una intensa labor como educadora e investigadora social, lo que la convierte en una de las mayores especialistas en educación de España.
 
A lo largo de todo este tiempo, se especializó, convirtiéndose en una referente, en otras áreas como la neurociencia infantil y adolescente, los Derechos Humanos, el maltrato infantil, el abuso sexual infantil y adolescente, el acoso escolar... Un amplio conocimiento que le llevó a elaborar, ya en 2016, su propia filosofía educativa, la única a nivel mundial libre de violencia: la Educación Real®. Desde 2012, ha fundado y liderado varias escuelas, mediante las cuales, ha enseñado a más de 50000 personas, familias y profesionales, a transformar su manera de educar. Además, es presidenta de Fundación Educación Real, en la que se desarrollan anualmente diferentes proyectos psicosocioeducativos, con el objetivo de ayudar a transformar las prácticas entorno a la infancia y adolescencia, en diferentes entornos.
 
Es también autora de nueve libros de educación en los que enseña y da pautas que ayudan a mejorar la relación con la infancia y adolescencia, como los superventas 'Educar sin perder los nervios' (Vergara) y '¿Qué necesito cuando me enfado?' (Beascoa). Además de 'Guía para madres y padres imperfectos que entienden que sus hijos también lo son' (Ediciones B), 'Educar sin perder los nervios cuando tienes hijos con necesidades especiales' (Vergara), 'Hermanos' (Vergara), '¿Qué necesito cuando tengo miedo?' (Beascoa), 'Educar sin controlar' (Flash), '¿Qué necesito cuando estoy nervioso?' (Beascoa) y 'Quiérete mucho' (Vergara).

¿Crees que realmente es un discriminación que los menores no puedan acceder a determinados hoteles, restaurantes, vagones de tren… o, por el contrario, hay un espacio para todo?Claro que es una discriminación, que forma parte del mismo entramado del adultocentrismo, de la violencia estructural para con la infancia y adolescencia. En este sistema, se priorizan las necesidades de los adultos por encima de las de los niños y niñas. Como resultado, se da por sentado que los niños y niñas no deben estar presentes en los lugares que los adultos eligen. Sin embargo, esta exclusión no se justifica por razones de seguridad, sino más bien porque los niños y niñas resultan molestos para los adultos. Estas restricciones no solo perpetúan prejuicios y estigmas, sino que también generan exclusión social. Yendo en contra, además, de los derechos humanos. Cancelar a un grupo de edad es el sumun de una sociedad podrida.

¿Qué mensaje se le está transmitiendo a la sociedad? ¿Hasta qué punto piensas que se puede considerar una violación de los derechos del niño y un signo de la deshumanización de nuestros tiempos?El hecho de que exista el adultocentrismo, es una clara violación de los derechos humanos de la infancia y adolescencia, tal y como ocurre con el racismo y el machismo. Cuando establecemos un concepto como este, ‘ninofobia’, estamos dándole altavoz a algo humanamente inaceptable, estamos integrando que esto ya debe ser así, y que es una vía óptima de actuación. Por lo tanto, el mensaje que está llegando a la sociedad es superficial. Estamos transmitiendo que debemos luchar contra esa fobia, cuando realmente hemos llegado a este punto, los niños, niñas y adolescentes, están en el punto de la diana, porque socialmente tenemos una estructura que lo ha permitido.

Y, por ende, hay que ir a esa base, a la raíz y enfocarnos en garantizar sus derechos, en aportar una Educación Real. Por poner un ejemplo claro, si pegamos a una mujer, es violencia, si pegamos a un hombre también, si pegamos a un animal es violencia… ¿pero qué ocurre si pegamos a un niño/a? ¿educamos? No, claro que no, solo perpetuamos la violencia, y se refleja y reflejará siempre en la sociedad.

¿Qué opinas de los que creen que por encima de los derechos de los niños se encuentra la libertad de cada local o espacio privado a poner sus propias normas o de determinados clientes a elegir cómo y con quién comparten estos espacios?Opino que tratar de encubrir una discriminación evidente no es aceptable, especialmente cuando se trata de niños y niñas. Desafortunadamente, minimizamos la importancia de esta cuestión y no le otorgamos la atención que merece, por la sociedad adultocéntrica en la que vivimos.
La libertad de los propietarios de establecimientos no puede ser empleada como una justificación válida para negar o restringir los derechos de los niños y niñas. Es crucial recordar que la libertad de elección de los propietarios tiene sus límites claros, y estos se establecen cuando se violan los derechos de los demás, en este caso, el de los niños y niñas. Me pregunto qué opinaríamos si los locales prohibiesen la entrada a personas en silla de ruedas.

Los derechos de los niños y niñas deben ser respetados y protegidos sin ningún tipo de distinción. De la misma forma que no se puede denegar el acceso a otras personas adultas debido a su género, etnia u otras características.

¿Hasta qué punto crees que esta ‘niñofobia’ tiene que ver con la tendencia a creer que cada vez los niños respetan menos las normas o están malcriados? ¿Hay parte de responsabilidad por parte de padres y familias?Hay una total responsabilidad por parte de las familias. Ellas son quienes deberían respetar verdaderamente a sus hijos e hijas, en vez de fomentar esto que sucede y nos trae hoy al caso. Además de la responsabilidad que tenemos el entorno y nuestras profesiones, de respetar a la infancia y adolescencia.

La niñofobia está estrechamente relacionada con la práctica del adultocentrismo a la hora de educar y tratar a los hijos e hijas, en la que la educación emocional es nula o enfocada desde un prisma manipulador. Por ende, no somos capaces de reconocer y comprender nuestras propias emociones, y, por lo tanto, no sabemos acompañar correctamente las emociones de nuestros hijos e hijas, las reprimamos y las juzguemos. Además, también se relaciona con el desconocimiento de las necesidades reales de nuestros hijos e hijas.

Como resultado, desarrollamos expectativas erróneas y creencias falsas sobre la infancia y la adolescencia, lo que nos lleva a adoptar un papel de superioridad, sin tener en cuentas sus derechos y constantemente exigiéndoles cosas para las cuales no están preparados. Nos olvidamos de que son personas con derechos y una vida propia en el presente.

Por tanto, antes se usaba la represión en forma de mano dura, y ahora se usa el abandono emocional en forma de manipulación, como resultado, tenemos a adultos carentes emocionalmente, con mucha mochila que trabajar, y a la infancia y adolescencia que ha normalizado la violencia, y por eso, la situación que tenemos actualmente, en donde la infancia y adolescencia ha asumido la violencia como parte de sus relaciones y comunicaciones. Estamos en un momento delicado en el que o trabajamos en pro al cambio, o vamos en decadencia, la infancia y la adolescencia es la base de una sociedad, no podemos tratarla como si no lo fuera.

¿Crees que desaparecerá o estamos condenados a convivir con espacios con y sin niños?Lamentablemente, no creo que desaparezca fácilmente. Como digo, este concepto es la guinda del pastel, llevo más de 20 años trabajando en pro de los derechos de la infancia y adolescencia, y sin duda, en esta época es donde se comienzan a ver las nefastas consecuencias de la violencia.

Para poder superar el adultocentrismo arraigado en nuestra sociedad actual, lo cual es sumamente necesario si buscamos promover una salud mental óptima en nuestros niños y niñas, así como una sociedad saludable en general, debemos trabajar a nivel individual. Es crucial que tomemos conciencia de esta red de violencia en la que estamos inmersos socialmente, y dejemos de perpetuar relaciones de poder. Debemos relacionarnos con los niños y niñas desde el respeto, la ética y el amor incondicional, garantizando sus derechos.

¿Qué les dirías a aquellos padres que se sienten ofendidos y discriminados ante esta ‘niñofobia’?Les diría que tomen medidas, que los Derechos Humanos están para algo, y es la base de las buenas prácticas para con la infancia y adolescencia. En general, siempre invito a la reflexión sobre la importancia de reconocer el propio adultocentrismo, ya que no se trata de buscar culpables, sino de que cada uno se responsabilice de su parte y poder abordar las estructuras sociales, emocionales y personales, que perpetúan la discriminación y la falta de valoración hacia los niños y niñas.

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