"Los grandes peligros en la crianza de los hijos son el orgullo y la cólera, y sus antídotos la humildad y la presencia"

Beatriz M. Muñoz y Nitdia Aznárez, autoras de 'Criar desde el corazón'.
Beatriz M. Muñoz y Nitdia Aznárez, autoras de 'Criar desde el corazón'.
CORTESÍA DE LAS AUTORAS.
Beatriz M. Muñoz y Nitdia Aznárez, autoras de 'Criar desde el corazón'.

Entre ambas suman nueve hijos, tres libros, dos blogs y su pasión incondicional por la educación. Beatriz M. Muñoz es asistente y guía Montessori, educadora de disciplina positiva, autora del blog Tigriteando y de la plataforma de cursos para familias Montessorízate!. Por su parte, Nitdia Aznárez es bióloga, guía de Escuelas Bosque, educadora de disciplina positiva en Escocia y creadora del blog 3macarrons. Tras la publicación conjunta de Montessorízate: Cuaderno de actividades, vuelven a unir fuerzas y conocimientos en Criar desde el corazón (Grijalbo, 2021), una guía familiar para educar de forma más consciente, a través de la simbiosis entre el método Montessori, la disciplina positiva y la conexión con la naturaleza. En ella proponen herramientas y soluciones respetuosas para que los niños sean más autónomos y responsables pero también ponen el foco en el autocuidado y el autoconocimiento de los adultos como vehículo para conseguir una mejor educación de los hijos. Hablamos con ellas de todo ello en esta entrevista exclusiva para 20Minutos.

Este es el segundo libro que publicáis juntas. Vuestro libro anterior y el primero de Bei giraban alrededor del método Montessori. ¿Qué viene a sumar Criar desde el corazón a este proyecto conjunto de libros sobre crianza?

En Montessorízate, el primer libro de Bei, el tema de la persona adulta preparada ya estaba muy presente, en nuestro primer libro en común Montessorízate: Cuaderno de actividades, aunque no era el propósito del libro, también lo esbozamos. Criar desde el corazón tiene el objetivo de dar respuesta a las inquietudes de todas las personas que nos dicen ‘me sé la teoría, pero me falla la práctica', y es que creemos firmemente que no es sencillo dar lo que no hemos tenido. En nuestra experiencia, sin un proceso profundo de autoconocimiento y autocompasión, en el que demos sentido a nuestras experiencias vividas y reparemos nuestros apegos no seguros, va a ser muy difícil acompañar a nuestros hijos e hijas como realmente necesitan, desde la presencia.

"Sin un proceso profundo de autoconocimiento y autocompasión va a ser muy difícil acompañar a nuestros hijos e hijas como realmente necesitan"

En el libro aportáis un nutrido compendio de herramientas para lidiar con situaciones de conflicto pero dejáis muy claro que para enfrentarse a las necesidades de nuestros hijos e hijas lo primordial es conectar, comprendernos y ser compasivos con nosotros mismos como adultos. ¿Cuál es el camino para conseguirlo y cuál es la importancia del autocuidado en este proceso?

Cuando se gestó la idea del libro, de elaborar un libro de herramientas para ayudar a madres y padres a lidiar con las dificultades más habituales con sus hijos, ambas estuvimos de acuerdo desde el principio en que teníamos que explicar largo y tendido por qué antes de usar cualquier herramienta es necesario un trabajo personal previo. Sin éste, las herramientas podrían dejar de ser un vehículo hacia la cooperación para ser meras herramientas de control disfrazadas de fingida horizontalidad que, a nuestro juicio, son peores incluso que los castigos y los gritos, pues le roban al niño o niña la capacidad de rebelarse. Las herramientas y estrategias pueden acabar siendo muy manipuladoras si perdemos de vista nuestra intención: darle a nuestra criatura lo que necesita, al tiempo que no perdemos de vista nuestra dignidad, ni la suya.

"Las herramientas y estrategias pueden acabar siendo muy manipuladoras si perdemos de vista nuestra intención: darle a nuestra criatura lo que necesita"

El camino para pasar de relaciones verticales (las que la mayoría de nosotros hemos vivido, bien sea a través del autoritarismo o de la permisividad) a relaciones horizontales es distinto para cada persona, pero en todos los casos creemos que hay dos ejes principales, autocuidado y autoconocimiento. Ambos están entrelazados: no puede haber autocuidado efectivo sin saber previamente lo que realmente necesitamos y trabajar en nuestro autoconocimiento puede ser el mejor de los autocuidados.

En el libro también hablamos de que el autocuidado puede ser diferente para cada persona y situación (de ahí la importancia del autoconocimiento) y de que no tiene que ser ni instrumentalizado (“me tengo que cuidar para cuidarles mejor”), ni necesariamente sin nuestros hijos. Para nosotras, el autocuidado es, principalmente, cómo nos tratamos (cuidamos) en cada una de las circunstancias fáciles o difíciles de nuestra vida y, sobre todo, en nuestros errores. Queremos lanzar el mensaje de que el cuidarnos a nosotras mismas está a nuestro alcance, independientemente de nuestras circunstancias personales. No debería ser un privilegio, sino que nos gustaría que lo entendiéramos como una necesidad básica y es precisamente en la adversidad cuando se hace aún más imprescindible.

"El autocuidado no debería ser un privilegio, sino una necesidad básica y es precisamente en la adversidad cuando se hace aún más imprescindible"

¿Son las relaciones más humanizadas la asignatura pendiente en la crianza de los padres de hoy en día? ¿Cómo podemos combatir el orgullo y la cólera y cambiar la mirada para ser más compasivos con nuestros niños?

La Dra. Montessori (nacida en 1870) ya hablaba de que los grandes peligros del educador son el orgullo y la cólera, nosotras creemos que sus antídotos son la humildad y la presencia. El camino para ello, a nuestro juicio, pasa por el conocimiento y la compasión. Cuando conoces cuál es el desarrollo humano esperable de una criatura, sabes qué puedes esperar en cada periodo evolutivo y, además, te maravillas ante todo su potencial, es más fácil sentir que estás ante un gran maestro o maestra. Y al honrarlo, nace la humildad y deja de tener sentido querer controlar su desarrollo. Como una jardinera, cuidas de la semilla para que pueda desarrollar fuertes raíces que la arraiguen a la tierra, preparas su ambiente, te ocupas de que tenga luz y agua suficientes y confías; no la comparas con las otras plantas para animarla a crecer, no hipervigilas ni remueves la tierra cada poco para comprobar que todo sigue en su lugar. Confías en el proceso, con cuidado y con humildad.

"Es necesario cultivar la presencia con nuestros hijos. Y esto no significa estar disponible el cien por cien del tiempo"

Nuestros hijos necesitan algo más, es necesario cultivar la presencia. Y esto no significa estar disponible el cien por cien del tiempo, significa darnos cuenta de que no vamos a estar disponibles siempre, significa identificar cuándo nos ocurre, significa poner la atención en ello y tratar de sanar lo que no está sanado para no dañarles, y significa, también y sobre todo, darnos compasión a nosotras mismas, porque nuestros hijos e hijas no nos necesitan perfectos. Sí, necesitan sentirse seguros a nuestro lado y para eso es necesario poner toda nuestra honestidad en el proceso.

Nitdia Aznárez, coautora de 'Criar desde el corazón'.
Nitdia Aznárez, coautora de 'Criar desde el corazón'.
CORTESÍA GRIJALBO

¿Por qué sigue siendo tan difícil en educación huir de castigos y premios? Porque vemos además que esto no solo ocurre en el ámbito familiar sino que también se fomenta en los centros educativos.


En nuestro libro hablamos mucho de la dicotomía entre educar desde el miedo y el control o educar desde el amor y la confianza. Como hemos sido educados desde lo primero (la mayoría al menos), nos resulta difícil cambiar un paradigma instalado en nuestro cerebro desde que nuestra mente era absorbente -como llama la Dra. Montessori a la mente de los 0 a los 6 años-. Años y años de construcción de sinapsis no pueden ser borradas solo porque tengamos el deseo de cambiar nuestras creencias. Necesitamos práctica y tiempo, aceptar que este es el punto de partida nos parece importante para poder buscar soluciones.

"Cuando ofreces plena presencia, deja de ser necesario usar premios y castigos"

Por otro lado, cuando realmente estás ofreciendo plena presencia, deja de ser necesario usar premios y castigos. Cuando hay conexión, la búsqueda de soluciones surge de forma espontánea, y esto no está reñido con informar -y escuchar– los límites, entendidos también como parte del cuidado, creemos en los límites que cuidan.

Como siempre, confiamos en los procesos, no los controlamos, no los aceleramos, y si surgen estos pensamientos, podemos darles sentido para que puedan ser alentadores para nosotras. Por ejemplo, podemos cambiar “me frustro cuando tengo ganas de amenazar a mis hijos porque no es lo que quiero que aprendan, ya sabía yo que no iba a lograrlo y me iba a convertir en lo que más temía de niña” por “esta situación me ha conectado con una vivencia o una emoción no sostenida en mi infancia, me he asustado y he reaccionado en vez de actuar, veo la benevolencia que hay en mi deseo de cuidarles y también me cuido a mí misma, pensando que ahora no tengo cinco años, ahora puedo calmarme e integrar mi cerebro. Cuando pueda ofrecer de nuevo mi plena presencia puedo disculparme, reparar y buscar una solución con ellos”.

"Cuando el docente está conectado con su alumnado deja de necesitar controlarlo"

En el aula sucede igual: cuando el docente está conectado con su alumnado deja de necesitar controlarlo, en el libro también hablamos de ello, contamos con la ayuda y testimonio de Miguel -compañero de Bei, padre de sus cuatro hijas y coautor de su libro Educar en conexión, profe de secundaria, formado en Disciplina Positiva, Montessori y acompañamiento emocional- que cree que otra forma de educar y enseñar es posible en las aulas. De hecho, es importante que los docentes logren vinculaciones seguras, porque es probable que parte de su alumnado no tenga oportunidad de hacerlo con sus figuras de referencia; que logren vincularse con una sola persona, puede marcar la diferencia.

Beatriz M. Muñoz, coautora de 'Criar desde el corazón'.
Beatriz M. Muñoz, coautora de 'Criar desde el corazón'.
CORTESÍA GRIJALBO.

Para nosotras, este cambio de paradigma es básico si queremos que nuestros hijos, la sociedad del mañana, puedan tener vidas plenas, hacer frente a los retos actuales y a los que están por venir. Creemos que la educación es, realmente, la gran herramienta de cambio y transformación. Y sí, se trata de un proceso lento, y estamos seguras de que dará sus frutos.

¿Somos los padres conscientes de la importancia que tiene la educación no formal de nuestros hijos y de la responsabilidad que tenemos como “maestros”?

Cada vez somos más conscientes, nuestra generación lo es mucho más que la de nuestros progenitores y la anterior mucho más que la de nuestros abuelos, cuyas preocupaciones, por el contexto en que criaron, estaban orientadas básicamente hacia la supervivencia. Por otro lado, tenemos el hándicap de una vida mucho más vertiginosa, en el que el ritmo laboral y las pantallas nos restan muchas oportunidades de dar presencia, así que tenemos más consciencia y también más ruido, lo que puede ser una bomba de relojería si no entra en juego la compasión.

"Los padres somos los primeros 'influencers' de nuestros hijos, pero creemos que los verdaderos 'maestros' son ellos y ellas"

A pesar de que nosotras pensamos que somos sus primeros influencers, que vamos a tener mucho impacto en sus vidas; creemos que los verdaderos “maestros” son ellos y ellas: te señalan todos tus puntos de mejora, te hacen ver todas tus fortalezas y, en tus peores momentos, te alientan y te dan todo su amor incondicional. Incluso, pueden llegar a anularse por complacernos, y si esto sucede, el precio a pagar es muy elevado: perder su autenticidad. Por eso es tan grande nuestra responsabilidad, podemos dañar sin querer.

Desde el punto de vista montessoriano, cada niño o niña viene al mundo con todo un catálogo de potencialidades y va a desarrollar las que considere más útiles para su supervivencia, según su forma de entender el mundo (lo que llamamos lógica privada en la psicología individual en la que se basa la Disciplina Positiva). Nuestra tarea es proporcionarles un lugar seguro (nuestros brazos que alientan) desde el que salir a explorar el mundo, y un refugio (nuestro cuerpo en forma de abrazo) al que volver cuando lo necesiten.

Marisa Moya comenta en el prólogo del libro que es “necesario el mayor conocimiento sobre la naturaleza de la infancia para entender su comportamiento”. ¿Cómo podemos conseguir conectar con nuestros hijos y verlos (como decís vosotras mismas) como “nuestros gurús”?

Montessori es una pedagogía que parte de la observación, “simplemente” observando a los niños con atención podemos descubrir muchas cosas sobre ellos. Lo que ocurre es que nos cuesta sostener lo que no fue sostenido en nuestra infancia. Por ejemplo, hay períodos sensibles (movimiento, refinamiento de percepciones sensoriales, orden -estructura- y lenguaje) que se traducen en etapas en que los niños están muy interesados en lanzar cosas, o les molesta que les partamos un plátano en dos. Muchas veces, no podemos sostener estas situaciones, nos incomodan, porque en nuestra infancia esto no era tolerado o porque tenemos miedo a quedar como “malos padres o madres” porque nuestro hijo no se “comporta como es debido”. Saber más sobre los niños y las niñas nos va a ayudar a deconstruir estas creencias tan interiorizadas, pero realmente observando a los niños podríamos darnos cuenta, sin tener que leerlo en ningún libro. De hecho, hemos visto que es así como ocurre de forma natural cuando nuestros hijos mayores interactúan con los pequeños.

"Simplemente observando a los niños con atención podemos descubrir muchas cosas sobre ellos"

Nosotras, realmente, no pensamos que sea necesario formarse para ser madre o padre. Sí pensamos que, si venimos de apegos no seguros en los que nuestra pertenencia fue condicionada, va a ser necesario mucho esfuerzo para poder criar de una forma consciente y respetuosa. Es ahí donde entran los cursos, los talleres, los libros y la terapia. No para aprender nada, sino para dar sentido al niño/a que fuiste en su día y no fue escuchado, visto y sentido. Cuando aprendes a observar puedes conectar realmente con lo que significa ser niño o niña, y entonces solo puedes maravillarte e incluso puedes dar sentido a todo lo que, en su momento, no lo tuvo.

Otra forma de conectar es a través del juego, del que hemos hablado largo y tendido en el libro, porque consideramos que está infravalorado y sobreinstrumentalizado. Jugar es lo que permite que una criatura desarrolle sus potencialidades, podemos controlarlo y dirigirlo, o podemos cuidarlo y disfrutarlo. Si además añadimos la naturaleza a la ecuación, tendremos un ambiente preparado, perfecto y gratis, en el que cada persona encontrará el nivel de estimulación que necesite.

"Criando de una manera más consciente no solo estás cultivando la conexión hoy, estás construyendo un lugar seguro para el resto de sus vidas"

Vuestras propias experiencias como madres, narradas además desde hace tiempo en vuestros blogs, son el ejemplo de que todos estos conocimientos se pueden llevar con éxito a la práctica. ¿Cómo animaríais a los padres a sumarse a esta forma de crianza que une el método Montessori y la disciplina positiva? Y una pregunta más, ¿pueden adaptarse a ella todos los padres y todos los niños?Dependiendo del contexto, nos gusta bromear con que, creando un vínculo más seguro y consciente hoy, se van a ahorrar mucho dinero en terapia en el futuro, ¡un dos por uno! En nuestro caso mucho más, al tener familias numerosas. Bromas aparte, para animar a las familias y docentes a acercarse a una crianza más consciente (Montessori, la Disciplina Positiva y la Naturaleza son caminos con los que llegar a este proceso) nos gusta plantear una pregunta, ¿cómo de cerca estás de la persona adulta que te prometiste ser?

A la gran mayoría de las personas no les gusta amenazar, gritar o castigar, lo hacen porque fue el recurso que aprendieron cuando eran pequeños; han sido las herramientas que han visto a su alrededor también en su vida adulta y, en situaciones de estrés, estos recursos van a salir, porque nuestro cerebro racional se va a quedar más inhibido y vamos a tirar de recursos que, aunque sabemos que están obsoletos, tenemos integrados. Normalmente, esto nos lleva a la culpa, que puede tener dos resultados, uno: quedarnos en ella, estancados, castigándonos por lo que acabamos de hacer; o dos: escuchar lo que nos quiere decir -que vas en dirección contraria, que necesitas redirigir- como si fuera un GPS.

En nuestro libro vamos más allá, nuestro propósito es no necesitar ningún GPS, sino reconocer nuestra brújula interna, que todos llevamos dentro y que está muy relacionada con la intuición. Si en nuestra infancia no fuimos vistos, sentidos, ni escuchados, aprendimos también a acallar esa intuición. Criar de una forma más consciente pasa por vernos -querernos de forma incondicional- a nosotras mismas, permitirnos sentir, aunque no fuera así en el pasado, y escuchar lo que realmente necesitamos.

Desde ese lugar de consciencia, podemos conectar con ellos y ellas, y eso es un regalo de por vida, porque no solo estás cultivando la conexión hoy, estás construyendo un lugar seguro para el resto de sus vidas, aunque tú dejes de estar cerca, siempre podrán volver a casa. Todas las personas, tengan la edad que tengan y el vínculo que tengan, pueden acercarse a esta forma de ver la vida y reparar su tipo de apego: solo son necesarias la voluntad, el coraje de ver los errores como aprendizaje, y el sentido del humor para disfrutar del proceso que se llama vivir.

Portada de 'Criar desde el corazón' de Beatriz M. Muñoz y Nitdia Aznárez.
Portada de 'Criar desde el corazón' de Beatriz M. Muñoz y Nitdia Aznárez.
CORTESÍA GRIJALBO
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