El duelo genético: algunas de las cuestiones que más preocupan a las mujeres que se someten a un tratamiento de ovodonación

En España, una cuarta parte del total de niños nacidos gracias a los tratamientos de fertilidad lo hacen con donación de gametos (óvulos y/o espermatozoides). Cuando las madres que se someten a ovodonación es habitual que surjan preguntas como si el futuro bebé se parecerá a ellas o si les costará más conectar con él.
Imagen de archivo de una mujer embarazada.
Imagen de archivo de una mujer embarazada.
Getty Images
Imagen de archivo de una mujer embarazada.

Los datos indican que cada vez son más las parejas o mujeres en solitario que recurren a la reproducción asistida para tener hijos. Según el último registro elaborado por la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) y el Ministerio de Sanidad, en 2021 nacieron en España un total de 40.638 bebés por medio de técnicas de reproducción. Esto quiere decir que los bebés nacidos tras un proceso de fecundación in vitro (FIV) o de Inseminación Artificial (IA) son un 11% del total en nuestro país.

En lo que respecta a técnicas de reproducción asistida con donación de gametos (óvulos y/o espermatozoides), en España nacieron un total de 9.307 bebés. Esto supone una cuarta parte del total de niños nacidos gracias a los tratamientos de fertilidad en España.

A pesar de que las cifras corroboran que recurrir a un tratamiento de fertilidad es cada vez más frecuente, se trata de un proceso que siempre es complejo a nivel psicológico porque es frecuente que durante el proceso surjan sentimientos de incertidumbre, culpa o tristeza. 

Además, en el caso de las mujeres que recurren a tratamientos de ovodonación para ser madres suele ir acompañado de un estado que los psicólogos denominan ‘duelo genético’ y que está relacionado directamente con el hecho de no compartir genes con el futuro bebé.

Con la ayuda de Marta Prat, psicóloga experta en cuestiones de reproducción asistida en las clínicas Next Fertility, abordamos algunas de las preguntas más frecuentes que se hacen las mujeres que pasan por este proceso emocional o que se plantean las que van a someterse a este tipo de tratamiento.

¿Qué es el duelo genético?

La psicóloga explica que el duelo genético es el proceso emocional por el que se pasa cuando, ante un problema de infertilidad, se debe recurrir a un tratamiento de ovodonación para poder ser madres. “Tras haber pasado por otros tratamientos de reproducción asistida fallidos, estas mujeres contemplan la alternativa de ser ellas mismas quienes gesten un bebé fruto del óvulo de una donante. Se llama a esta transición ‘duelo genético’ porque se trata de un duelo ante la imposibilidad de tener descendientes con la misma carga genética".

¿Cómo se vive ese duelo genético?

Según la experta, es habitual que al inicio surjan emociones de shock, negación, enfado o tristeza. “Aunque cada duelo es particular y personal, lo que sí es común es que atravesar el duelo genético consiste en llegar a la fase de aceptación de que nuestro hijo no compartirá nuestros genes y que no por ello será menos hijo nuestro. Por parte de la madre gestante, aunque el amor no es espontáneo, va cultivándose durante el embarazo y tiene su expresión final durante el momento del parto”.

Para llegar al proceso de aceptación y superación del ‘duelo genético’, Prat recomienda recurrir a un especialista que ayude a la futura madre a integrar sus creencias y a tomar una decisión clara.

¿Puedo elegir a la donante de mi óvulo? 

Hasta la fecha, en España la donación de óvulos es totalmente anónima, con el objetivo de preservar la integridad psicológica y moral de las donantes, así como de las futuras madres e hijos. Aunque no se pueda elegir, sí que se escoge siempre a la donante con los rasgos fenotípicos más parecidos a la madre gestante.

¿Querré a mi hijo igual?

“El amor que se siente hacia un hijo no viene determinado por la carga genética”, afirma la terapeuta quien añade que “cuando tenemos en nuestro vientre a un bebé, en nuestro cuerpo se generan una serie de cambios bioquímicos para que se lleve a término el parto, y esto ocurre con independencia de los genes”.

¿Sentiré en algún momento que no es genético?

“No hay ninguna razón científica que lleve a pensar que un embarazo a través de ovodonación pueda hacer sentir algo diferente o extraño. Al final, el hecho de “sentir” que es algo distinto va a depender de las creencias que cada madre tenga al respecto”, asegura Prat, quien aconseja acudir a terapia psicológica durante el proceso de reproducción asistida ya que “puede ayudar a convertir estas creencias en algo más racional y funcional que haga sentir un vínculo totalmente sano con el bebé”.

¿Se parecerá a mí? ¿Qué es la epigenética?

La terapeuta confirma que está demostrado que las proteínas existentes en la placenta de la madre pueden configurar y modificar ligeramente la expresión genética del ADN del ovocito, por un mecanismo que se llama epigenética

“Aunque una madre haya recurrido a ovodonación, es capaz de modificar la expresión genética de ese óvulo haciendo que el bebé se parezca más a ella. Además, también tenemos que pensar que no todos los rasgos son heredados y que el ambiente también juega un papel decisivo, ya que los seres humanos estamos configurados para reproducir lo que vemos”. 

Para la especialista, el cariño que recibirá el niño en su futuro hogar va a tener mucha más importancia que lo que digan sus genes.

¿Pasará también mi pareja por este mismo duelo?

En el caso de que los espermatozoides de la pareja no sean válidos y se haya tenido que recurrir a semen de un donante, el proceso de duelo genético aún se agudiza más “ya que nuestra pareja ha de asumir que no ha participado en ninguno de los procesos de la gestación”. En el caso de las mujeres, como explica la psicóloga, el hecho de sentir en su vientre cómo va creciendo el bebé, mitiga el impacto negativo del duelo genético.

¿Debería explicarle a mi hijo/a que no lleva mis genes?

“Se trata de una decisión muy personal y no existe una resolución correcta o incorrecta”, afirma la especialista que recalca que una vez tomada debe ejecutarse hasta el final. 

“Si se toma la decisión de no contarlo, deberemos mantenerlo y no revelar esta información en la vida adulta ya que podría suponer algo realmente traumático conocer esta información cuando la personalidad e identidad ya están configuradas. Asimismo, si tomamos la decisión de revelar esta información debemos saber que lo ideal es hacerlo cuando el niño/a comience a hacerse preguntas sobre su identidad, origen y procedencia. Por ello, recomendamos hacerlo entre los 3 y los 8 años y nunca esperar a que llegue la adolescencia, pues es muy posible que surjan sentimientos de engaño y deslealtad”.

Prat recuerda que según la legislación actual, aunque se revele al niño esta información nunca podrá saber quiénes fueron sus progenitores biológicos: "por lo que conviene calibrar la utilidad y el fin de la decisión que estamos tomando".

¿Puede el bebé tener enfermedades en el futuro?

“En lo que se refiere a la salud, también sabemos que genética y ambiente interactúan”, dice la psicóloga, quien incide en que los donantes pasan por estrictos y rigurosos controles de salud médicos y psicológicos para poder completar el proceso. 

A pesar de ello - y aunque se consigue minimizar el riesgo de que en el futuro se desencadenen enfermedades que pudieran estar predeterminadas genéticamente-, “todo lo demás, dependerá del ambiente donde sea criado el niño/a (alimentación, exposición a tóxicos, estrés ambiental, relaciones interpersonales...)”.

¿Quieres recibir los mejores contenidos para cuidar tu salud y sentirte bien? Apúntate gratis a nuestra nueva newsletter.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento