¿Cómo desenmascarar a un padre tóxico? Así convierte a sus hijos en seres con baja autoestima

Excesivamente críticos, autoritarios y manipuladores, tres características de los padres tóxicos.
Excesivamente críticos, autoritarios y manipuladores, tres características de los padres tóxicos.
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Excesivamente críticos, autoritarios y manipuladores, tres características de los padres tóxicos.

En 1989, la psicóloga norteamericana Susan Forward publicaba Padres que odian, un libro llamado a convertirse en todo un bestseller dentro del género de la autoayuda. En él se exponían diversos casos reales de pacientes que habían pasado por la consulta de la terapeuta y a los que unía un denominador común: todos ellos habían vivido relaciones realmente frustrantes con sus progenitores o, como denominaba la propia autora, esos 'padres que odian'.

Fue ella también la que acuñó por primera el término 'padres tóxicos’ para referirse a todas esas personas - ya que la expresión podría extenderse también a abuelos y cualquier cuidador de un menor- que lejos de fomentar la autonomía y madurez personal de los pequeños les convierten en seres inseguros, con baja autoestima y dependientes emocionalmente debido a una excesiva rigidez y una total ausencia de sentimientos afectivos.

Pero, ¿cómo identificar a estos padres tóxicos? Los especialistas señalan que existe una serie de características que definen la conducta de este tipo de progenitores y que serían:

Manipuladores

Son dramáticos por naturaleza y exageran cualquier situación para generar en el niño inseguridad y limitar su confianza en los demás. Tratan de controlarlo todo de sus hijos: qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo. Además, tuercen la verdad a su favor y utilizan la culpa para obtener lo que quieren. Son chantajistas y manipulan de forma consciente e inconsciente para lograr sus fines.

Tiranos y autoritarios

Se muestran irrespetuosos con sus hijos pero exigen, sin embargo, que éstos muestren respeto y amabilidad hacia ellos utilizando el castigo como herramienta de coacción.

Sobreprotectores

No permiten que sus hijos se desenvuelvan y tomen sus propias decisiones y manifiestan un temor desproporcionado cuando se trata de correr riesgos. No toleran que sean autónomos, controlan o prohíben salidas con amigos y censuran sus opiniones o iniciativas por miedo a que puedan equivocarse y así “evitarles un sufrimiento”.

Maltratadores

Este maltrato puede adoptar diferentes formas e intensidades: desde abusar verbalmente de su hijo, criticarlo de forma continua, utilizar formas sibilinas más complejas para hacerle sentir mal… o, incluso, el abuso físico y/o sexual.

Perfeccionistas

Hacen creer a sus hijos que su valía depende de lo buenos que sean o que destaquen en comparación con otras personas.

Negativos

Casi todo lo que expresará a su hijo serán quejas. Además, esta negatividad excesiva acabará por generar más negatividad en el futuro. El niño se convertirá en un adulto con esta misma actitud y una total falta de autoestima debido al machaque continuo que ha recibido durante años. Sin embargo, de cara a la galería y ante los demás, estos padres tóxicos pueden dar una visión totalmente distinta de sí mismos.

 

Exige la atención de sus hijo

Un padre tóxico acaba por invertir los papeles, requiriendo la atención de su hijo sobre todo en momentos en que se siente alterado o preocupado por algo. Lo suele hacer con la finalidad de desligarse de sus propios problemas y, de esta manera, poder depositar en el niño deberes o responsabilidades que no les corresponden ni por edad ni por rol familiar.

Excesivamente críticos

Un padre tóxico es aquel que hace que su hijo se sienta mal consigo mismo de forma frecuente. No solo lo critica constantemente, sino que además es indiferente tanto con él como con sus logros. Se burla de su hijo, les pone apodos que denotan desprecio, señala sus defectos e, intencionalmente, sacan a relucir cosas que sabe pueden hacerle daño.

Existe además un tipo de padre tóxico que puede ser más sutil a la hora de criticar o que lo hace de una manera “más suave” pero que en el fondo ejercen el mismo tipo de abuso psicológico en sus hijos. La persuasión silenciosa o los comentarios sarcásticos suelen ser algunas de estas armas.

Egocéntricos y egoístas

Siempre antepone sus necesidades a las del niño. Para ser más concretos, no le importan los sentimientos de su hijo sino los suyos propios y tienen una completa falta de empatía. No piensan en cómo su comportamiento afecta a los demás y les cuesta entender cómo se sienten. 

Controladores por naturaleza


Es una persona que necesita conseguir a toda costa lo que quiere y a la que no le importará pasar por encima de los sentimientos de los demás, incluso de su propio hijo, para conseguirlo.

Culpabilizan y/o proyectan 


Culpabiliza y responsabiliza a sus hijos de su propios fracasos o frustraciones y proyectan también sus sueños, sus anhelos y sus fantasías no realizadas.

Intrusos

Excesivamente protectores y planificadores son capaces de inmiscuirse en el espacio personal y no aceptan que su hijo haya crecido. Están pendientes de manera exagerada de lo que hace o no hace, interfieren en sus relaciones sociales y coartan su privacidad (con quien hablan, revisan sus mensajes de teléfono, sus pertenencias y espacio...).

Celosos y competitivos

No solo necesitan tener siempre la razón en todo sino que actúan como si compitieran con sus hijos. En lugar de alegrarse y ser feliz por sus éxitos, intentan superarlos, disminuir sus logros o ignorarlos.

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