GUILLERMO FATÁS. CATEDRÁTICO DE HISTORIA Y PERIODISTA
OPINIÓN

"Margaritas a los cerdos", nunca lo dijo San Mateo

Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua, periodista y escritor.
Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua, periodista y escritor.
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Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua, periodista y escritor.

No está hecha la miel para la boca del asno», dice el aforismo. La antigua advertencia no es ni sobre el burro ni sobre la miel, sino sobre los necios, y que aparezca un par de veces en el Quijote basta para proclamarla proverbio clásico. El burro no aprecia la miel ni su dulzor. Prefiere la rudeza crujiente y fibrosa del heno, la cebada o la alfalfa. Al ser humano le parece que el pollino es tonto por obrar así y su indiferencia por la miel es una prueba más de que el burro es, a un tiempo, estulto y bruto. Empero, sucede que el rucio come lo que encuentra más sabroso, le sienta mejor y le alimenta más. El espectador avisado se percata entonces de que el aforismo no trata del burro ni de la miel, sino del necio que se la ofrece.

Otra famosa exhortación previene también sobre el pienso inadecuado: "No echéis margaritas a los cerdos". En apariencia, los interpelados han de ser idiotas superlativos, porque, aun siendo omnívoros y voraces, los gorrinos no comen margaritas.

La máxima está en el Evangelio de Mateo, en el famoso discurso de Jesús de Nazaret en el que enuncia una serie de admoniciones, expuestas como retahíla de aforismos o máximas de conducta sencillas de memorizar (además de inventar el padrenuestro). En la tradición cristiana es el 'sermón de la montaña'.

El Evangelio de Mateo se compuso, como los otros tres, en lengua griega. En griego, como en latín por influencia suya, 'margarita' (margarites) significa perla. Es decir, que lo que en realidad resulta de tontos es echar a una piara no margaritas, sino perlas. Por añadidura, los puercos, además de no apreciar el producto, son capaces de irritarse por ello y de atacar al insensato: "No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos ('neque mittatis margaritas vestras ante porcos'), no sea que las pateen y después, volviéndose, os despedacen". Discuten los sabios a quién aludía Jesús en esta alusión a perros y cerdos, animales impuros los dos para un buen judío: quizá señalase a los no judíos. Pero eso es otra cuestión.

En fin: la frase ha conservado su aspecto, hoy engañoso, probablemente porque, hasta no hace tanto, 'margarita' y 'perla' eran igual cosa en el registro culto del español. Nuestro primer diccionario académico, así lo atestigua en 1734: "MARGARITA. S. f. Lo mismo que Perla. Aplícase regularmente à las más preciosas. Es voz Griega". En el diccionario actual aún puede leerse que margarita significa (también) 'perla de los moluscos'. Y los zoólogos llaman 'margaritíferos' a los moluscos que producen perlas. Pues claro.

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