RAFAEL MATESANZ. FUNDADOR DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE TRASPLANTES
OPINIÓN

Lo que la medicina salvó

Rafael Matesanz
Rafael Matesanz
JORGE PARÍS
Rafael Matesanz

Les propongo un sencillo ejercicio mental. Piensen cuántas veces a lo largo de su vida o de la de su entorno, una enfermedad que hoy consideramos banal gracias al progreso científico, habría tenido un desenlace fatal. No hablo solo de lo obvio como una parada cardiaca, un infarto de miocardio o un trasplante salvador.

Una simple apendicitis –el antiguo cólico miserere– sin tratamiento adecuado podría haber acabado con la vida de miles de personas que sin embargo hoy, a duras penas, recuerdan que les operaron dejando una pequeña cicatriz. Lo mismo con aquella neumonía, de niño o quizás de mayor, resuelta sin problemas con antibióticos pero que sin ellos habría sido mortal.

Esa úlcera de duodeno que con omeprazol ni nos acordamos de ella podría haber acabado en una hemorragia digestiva de fatales consecuencias. Cualquier intervención quirúrgica este jueves rutinaria dejó de ser heroica gracias a la anestesia y a las medidas de higiene en el quirófano. Los partos conllevaban una elevadísima mortalidad de la madre y del niño hasta convertirlos en una verdadera aventura. No hablemos ya de enfermedades desastrosas como la viruela o la poliomielitis, erradicadas gracias a las vacunas.

Es más que probable que en un grupo de personas adultas, la mayoría de ellas haya pasado por uno o varios episodios médicos que les podrían haber costado la vida. A ello habría que unir aquellas enfermedades evitadas gracias a la higiene, las vacunas, la medicina preventiva en general y de las que ni siquiera nos hemos enterado.

Durante siglos, la esperanza media de vida en el mundo no superaba los 30-35 años. Todavía en 1955 era de 45, cifra que ascendió a 71,4 años en 2015, algo sin precedentes en la historia de la humanidad, aunque con diferencias que van desde los 50 años en el África subsahariana, con grandes deficiencias en el acceso a la sanidad, a los más de 80 de cinco países, entre ellos España.

Nuestro país es un ejemplo de cómo el desarrollo de un sistema sanitario eficiente a lo largo de los últimos 40 años ha conseguido logros tan importantes como reducir a la cuarta parte la mortalidad infantil, a la mitad la mortalidad ajustada por edad y, en suma, aumentar en nueve años la esperanza de vida hasta situarla entre las primeras del mundo.

Y cómo, además, lo hemos conseguido con bastantes menos recursos que otros países de nuestro entorno: el sistema sanitario español se sitúa entre los tres mas eficientes del mundo junto con los de Singapur y Hong Kong. Decididamente es mucho lo que tenemos que agradecer a la medicina, a quienes la hacen posible (médicos, enfermería, profesionales sanitarios en general...) y a quienes concibieron y gestionaron nuestro Sistema Nacional de Salud. Un tesoro construido entre todos, que hemos de conservar a toda costa.

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