JOAQUIM COLL. HISTORIADOR Y ARTICULISTA
OPINIÓN

El 'procés' no fue una fiesta

Vehículo de la Guardia Civil destrozado el 20 de septiembre en Barcelona
Vehículo de la Guardia Civil destrozado el 20 de septiembre en Barcelona
EUROPA PRESS
Vehículo de la Guardia Civil destrozado el 20 de septiembre en Barcelona

El ensayista Daniel Gascón ha definido el procés como un intento de "golpe posmoderno", un asalto al Estado de Derecho "algo ambiguo y no declaradamente violento" que permite a los fracasados líderes independentistas refugiarse en el carácter simbólico de sus acciones. Esa ambivalencia dificulta entender lo que sucedió en Cataluña y si los actos ilegales que se cometieron en 2017 son solo de desobediencia o alcanzan la categoría de sedición o rebelión. Para discernirlo se celebra el juicio, cuyo interés penal ha empezado esta semana con la presencia de testimonios de referencia profesional como el exsecretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto; el exdelegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo; y el coronel Pérez de los Cobos, jefe del operativo de la Policía Nacional y la Guardia Civil para el 1-O. Sus contundentes declaraciones han supuesto un duro revés para las defensas al corroborar las tesis de la Fiscalía y la Abogacía del Estado.

Ahora bien, esas acusaciones no tendrán ningún valor si no son acompañadas por otros testigos que hayan presenciado hechos concretos y confirmen su carácter tumultuario, violento, de acoso o intimidatorio. Ha sido el caso este miércoles de la secretaria del juzgado 13 de Barcelona, Montserrat del Toro, testimonio de gran valor. No es extraño que solicitase que su imagen no se difundiera, reflejo de lo complicado que supone defender la ley en Cataluña, a veces con amenazas o señalamientos públicos. Con nervios iniciales y voz temblante, relató el secuestro que sufrió durante 16 horas la comitiva judicial en la Consejería de Economía el 20 de septiembre a cargo de un "tumulto" de gente congregada por las entidades que lideraban los Jordi (Cuixart y Sànchez). Del Toro confirmó que los Mossos se negaron a establecer medidas de seguridad, dejando el control de entrada al edificio a cargo de civiles. Tuvo "preocupación" todo el día y también "miedo" a partir de las 21.30 h al ver la enorme multitud. Solo a medianoche pudo salir por la azotea.

Dejando al margen el destrozo de los vehículos policiales, ¿se puede sostener que fue una manifestación pacífica porque los congregados entonaran canciones y los Jordis solo exigieran votar? El independentismo hizo ese día un ensayo general de lo que fue el 1-O. Bajo un ropaje festivo se intentó derrocar la democracia constitucional. La deslealtad de los Mossos legitimó la resistencia organizada de miles de personas contra la autoridad judicial, a veces con violencia u hostigamiento. El procés no fue una fiesta sino un intento de golpe posmoderno.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento