A final de mes cobraré lo mismo, con Julen Lopetegui en el Real Madrid o con cualquier otro. La Hacienda pública me pedirá exactamente la misma cantidad de dinero para este trimestre, con o sin Lopetegui tras perder contra el Levante UD. Con esto quiero decir que me da exactamente igual quién esté sentado en el banquillo de Chamartín y presiento, porque es la triste ley del fútbol, que a Lopetegui le queda en el Madrid lo que a un caramelo a la puerta de un colegio.

¿Le tengo aprecio a Lopetegui? Sí. Han sido muchos años caminando junto a él. Primero como jugador y después en los banquillos. Me duele que no le estén saliendo las cosas como le gustaría, porque el tren al que se ha subido no pasa todos los días y, si te bajan de él, te deja una huella eterna. Pero a lo que iba: ¿es el entrenador el gran culpable de este desastre antes de terminar el tercer mes de competición? Sinceramente, creo que no es el único.

La cuerda siempre se rompe por el lado más débil, el del técnico. Ahora hay que preguntar a los jugadores si de verdad están a muerte con el entrenador, como siempre dicen, y si darán la cara ante el gran jefe y le dirán que Lopetegui no es el único culpable del desastre post Cristiano Ronaldo. Dudo que se reúnan con Florentino Pérez y presenten su dimisión si despiden al entrenador que sustituyó a Zinedine Zidane.

Sería ejemplar para el mundo del fútbol que, además de pelear por sus renovaciones y aumentos de sueldo, ser plantasen los veintitantos de la plantilla en la zona noble y obligasen al presidente a aguantar al entrenador en esta temporada en la que él mismo dice en privado que será difícil y de transición, aunque en el Real Madrid ningún año pueda serlo.

Lopetegui es culpable de lo que le pasa al Real Madrid pero los jugadores lo son mucho más si cabe porque no le están ayudando. Estos ‘campeonísimos’ que han ganado 4 de las 5 últimas Champions League están quedando en evidencia sin Cristiano Ronaldo, que es el que les ha salvado en los últimos años a muchos que ahora quieren y no pueden. Sin el portugués se ven muchas costuras.