JUANMA TRUEBA. PERIODISTA DEPORTIVO
OPINIÓN

Enamorados de Zidane

Juanma Trueba, columnista en '20minutos'.
Juanma Trueba, columnista en '20minutos'.
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Juanma Trueba, columnista en '20minutos'.

Según los expertos en la materia, el enamoramiento es un estado que dura entre ocho meses y un año. Hablamos del enamoramiento arrebatado, de la pulsión irracional, de los pajaritos que cantan; ustedes ya saben. No les cuento lo anterior para que se comparen con las estadísticas ("yo me quedé corto", "yo batí el récord del mundo"), sino para significar que Zidane fue nombrado entrenador del Real Madrid hace ocho meses.

Si la contabilidad del amor se pudiera aplicar al fútbol (lo que es mucho suponer), estaríamos en condiciones de afirmar que el enamoramiento que viven Zidane y el madridismo comenzará a decaer en diciembre. Siempre y cuando no descontemos los meses de verano en los que la relación estuvo pausada. En ese caso, la pasión todavía se prolongaría hasta 2017, quizá incluso hasta la primavera; cuartos de Champions, para entendernos.

Quede claro, antes de proseguir, que el fin del enamoramiento no implica la extinción del amor, solo se trata de una regulación fisiológica. El mismo cuerpo que explotó químicamente restablece sus niveles habituales. Así, el enamorado recupera progresivamente el gusto, el olfato y, por último, el sentido de la vista (lo que provoca no pocas sorpresas). Pondré un ejemplo: en cierta película de Woody Allen, una chica le reprochaba al protagonista que no la quisiera como antes, ante lo que él respondía: "Cariño, si te quisiera como antes ya me habría dado un ataque al corazón".

Pero no adelantemos acontecimientos. El estado de felicidad que vive el Real Madrid, renovado ante Osasuna, se traduce en un estado de facilidad. Todo fluye. El equipo golea, la gente disfruta (el portero osasunista algo menos) y Zidane sonríe. Diríamos que la única pieza por encajar es James, que llegó al club hace dos años y ya está fuera del margen de enamoramiento; Isco llegó hace tres.

Con el Real Madrid de líder en solitario (después de tres jornadas), hay quien se apresura a racionalizar el éxito; son los mismos que se hubieran casado al tercer día del romance. Es pronto para sacar conclusiones, especialmente tácticas, pero tienen razón quienes afirman que los jugadores agradecen un entrenador con autoridad sobre ellos y sobre el presidente.

Si la felicidad del madridismo resulta todavía más redonda es porque el Barcelona perdió en casa contra el Alavés, un recién ascendido. Los culés más supersticiosos consideran que nada es igual desde que Messi se tiñó de amarillo; hay algo contra natura en que un muchacho de Rosario quiera parecer islandés. Tampoco ayuda, por supuesto, el tinte de Neymar, otra oxigenación dramática. Queda la sensación de que las estrellas del Barça no han venido de un verano, sino de una despedida de soltero en Las Vegas. Añadan las desaforadas rotaciones de Luis Enrique y habrán completado el cuadro del desconcierto.

Si en el Barcelona se registró hecatombe, en el Atlético hubo resurrección. El cholismo ha renovado sus votos después de que el equipo sumara su primera victoria en el campeonato con Griezmann de estrella; nada más encantador que un pistolero con cara de niño (hasta que te dispara).

Cuando Simeone y Berizzo se saludaron al finalizar el partido creí advertir algo sobre lo que llevo meditando un tiempo: el respeto que tienen los argentinos a la jerarquía futbolística. He visto compatriotas de Messi que al ser regateados por el crack ponían cara de indisimulada admiración, y cosa semejante podría ocurrir con Simeone y algunos de sus colegas. Si ustedes son argentinos y piensan que deliro, les prometo cambiar de bebida isotónica.

Pese al movimiento de la Liga, lo más excitante del fútbol español sucedió en Manchester, donde hemos abierto embajada. No hay aficionado que permanezca neutral al enfrentamiento, casi filosófico, entre Guardiola y Mourinho. Lo que se disputan cada vez que se encuentran no son puntos o trofeos; se discuten la razón. Como el primer combate lo ganó el Ciudadano Pep debemos suponer que el juego de toque y apoyo todavía permanece de plena vigencia. Lo que sigue sin estar claro es que el portero deba participar en la orgía. La prueba es que Claudio Bravo se metió en un jardín cada vez que quiso ser Beckenbauer. No descarten que la última innovación de Guardiola, antes de dejarnos desamparados, sea prescindir del portero y poner bajo palos a un pasador bajito. Sin guantes, naturalmente.

El fin de semana no solo se jugó con balón. En las motos disfrutamos de un nuevo episodio de la rivalidad entre Rossi y el ejército de españoles que pretende adelantarle, Márquez a la cabeza (otro pistolero infantil). Esta confrontación, digna de Fast & Furious, provoca una cierta esquizofrenia entre los aficionados españoles que idolatran a Rossi, que son casi todos. Para situaciones tan complejas se deberían expedir pasaportes con doble nacionalidad.

La Vuelta a España puso colofón, por fin, a tres semanas de carrera apasionante con banda sonora de helicóptero. La victoria de Nairo Quintana, y la previsión de que ningún ciclista español suba a lo más alto del podio en el próximo decenio, ha estrechado los lazos que nos unen con nuestra patria hermana, Colombia. Somos de Quintana y Chaves, prácticamente en la misma medida que de Sofía Vergara, Angie Cepeda y Shakira. Si ustedes lo permiten y con permiso de la autoridad competente..

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