Los millones de viudas y solteros que viven en ese 25,4% de hogares unipersonales disfrutan de su libertad. No temen morir solos, como en los países nórdicos, sino más bien no poder afrontar el alquiler y los gastos por el hecho de estarlo. Los precios suben y los sueldos no, y por eso los jóvenes no se emancipan. Darían oro por esa soledad... si lo tuvieran.
OPINIÓN12.04.2018 - 21:27h
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