MÀXIM HUERTA. PERIODISTA
OPINIÓN

Maldito Peter Pan

Màxim Huerta, colaborador del 20minutos.
Màxim Huerta, colaborador del 20minutos.
JORGE PARÍS
Màxim Huerta, colaborador del 20minutos.

Esto que viene a continuación no lo van a entender los de veinte. Es materia reservada para los que ya hemos cumplido alguno más. Aviso a los que andan por esas edades mozas, impúdicas y tersas que soy un spoiler de lo que os espera de ahora en adelante. Nada de lo que voy a contar tenía sentido entonces, hoy es el padrenuestro.

Hubo un tiempo en el que el monte era orégano: comía chorizo, me echaba leche condensada en el café y moría por los torreznos y las patatas bravas con salsa picante. Eran años de boquerones, cebolla en vinagre y huevos fritos con ajos. Era una época en la que quedabas a las once con los amigos, te tomabas unas cuantas copas en una romería de bares y discotecas y se hacía de día con la misma energía que cuando me enfundaba la cazadora para salir. No tenía ni frío. ¡Ni frío! Mezclabas bebidas, comías una pizza al amanecer y, de camino, unos buñuelos en el bar abierto más próximo a casa. Lo mismo bailabas sarandonga que a Celtas Cortos, a Fangoria que saltabas con los Rolling. La leche tenía lactosa y todo se curaba con tiritas. Alguna herida del corazón fácilmente reparable y alguna rozadura por culpa de las deportivas nuevas. Nada más. Los mareos, el cansancio y el sueño eran cosa de tus padres. ¡Viejos!

Ahora la piel anda todavía más o menos tersa, disimulo los cuarenta y cinco y ando ágil por las calles. No hay ningún problema de gravedad y mantengo datos sin memoria extraíble. Soy moderadamente joven y aún me piden el voto. Pero del mismo modo que mi coche ha pasado ya tres ITV, tengo cita para digestivo, hago esfuerzos titánicos para no dormirme por las noches y, por si acaso, llevo Almax en el bolsillo en las cenas. Busco leche de soja por los supermercados, cojo el pan sin gluten, huelo los embutidos de lejos y me hago análisis de sangre para el colesterol. Esto es así. Os avisaba.

Ignoro en qué momento todo cambió. Qué día Peter Pan dijo "basta, hasta aquí", cuándo aparecieron las canas en la barba o empecé a echar la bolsa de los medicamentos en la maleta antes que los perfumes. Todo ha sido un relámpago. En un santiamén ha pasado el tiempo de las ‘no preocupaciones’ y he entrado en el matrix de los adultos. En el cine hacen elipsis con los personajes y en la literatura añaden "unos años después". En la vida, ni idea.

Mi madre, cuando se mira en el espejo, siempre se dice: pero "quién me ha arrugado, cuándo ha sido esto. Si por dentro soy la misma, qué han hecho con mi cara, con mis rodillas y con mi espalda". La entiendo. La entiendo muy bien. Sobre todo porque esto lo he escrito en el sofá, con la pierna estirada y un ibuprofeno de seiscientos miligramos. Me duele y he tenido que decir que hoy no salía. Que después, que ya si eso… Que tenía cosas que hacer y bla bla.

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