CHRISTIAN PERIBÁÑEZ. PERIODISTA Y ESCRITOR
OPINIÓN

En la sopa del 'tra-tra'

La cantante Rosalía.
La cantante Rosalía.
GTRES
La cantante Rosalía.

Para todos los haters que ya estén afilando sus navajas, vaya por delante que me encanta Rosalía. Me parece que la muchacha tiene un talento descomunal y creo que El mal querer es un discazo como lo era también Los Ángeles. Por esto, y porque se me antoja que es una artista diría que incluso necesaria en los tiempos que corren, lo que juzgo 'malamente' es su sobreexposición. En este país somos muy dados a abusar de los altares y con Rosalía volvemos a asumir ese riesgo. Su disco se filtró la misma noche de Halloween y lo que resultó terrorífico fue no encontrar un tuit o un stories sin que alguien presumiera de estar escuchándolo ya, por supuesto, en vinilo.

Insisto en que el álbum es un trabajo redondo y que merece las máximas calificaciones, por eso lamento que no nos dejen disfrutarlo tranquilos y que Redbull, la MTV o Manolita Chen nos vengan con milongas de conciertos secretos a los que acuden –oh, sorpresa– 11.000 espectadores. ¿No acabará todo siendo contraproducente?

Creo además que la mayor baza de Rosalía es que –precisamente– su mejor versión, si la dejan, aún está por llegar. Fusionar palos flamencos con hip-hop es algo que ya hacía hace veinte años Ojos de Brujo y también con loas de la BBC aunque con menor ruido mediático. Musicar ruidos de motor no es la quintaesencia de la modernez y coger prestadas melodías de Justin Timberlake también podría abrir un debate.

El caso es que Rosalía tiene suficientes tablas y buen hacer como para no convertirse en un juguete roto. Lo que queremos los que la adoramos es que tampoco sea un muñeco de escaparate en continua exhibición. Portadas, premios, besamanos... Para triunfar más en este país solo le faltaría ser chica Almodóvar. Ay, perdón, ¡que también lo es!

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