CARLOS G.MIRANDA. ESCRITOR
OPINIÓN

La crónica del treintañero: 'Mi día sin bañador'

Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.
Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.

¡Menuda se ha montado por lo del día sin bañador de Carmena! Al parecer, el nudismo en el siglo XXI es un escándalo, aunque las hemerotecas recordaron que no era una novedad en las piscinas municipales madrileñas. Gallardón firmó en 2003 un convenio con una asociación naturista, y el verano pasado la piscina de Lago abrió sus puertas un domingo a los nudistas. Recuerdo aquel 6 de septiembre porque estuve allí desnudo.

Yo era de los que se cambiaban el bañador enrollándose en la toalla y aquella fue mi primera vez como nudista. Me lió mi amigo David, que es más jipi, cuando me apunté a unas cañas con sus colegas. Me invitaron a unirme al plan de despedir el verano el domingo en la piscina sin bañador, pero rechacé la oferta, que lo del nudismo me daba corte. Cambié de idea al pasar de las cañas a las copas, cuando Nadia, una chica del grupo con la que había conectado, insistió en que me apuntara. Le había dicho que me daba envidia la gente que se desnudaba sin preocuparse de lo que pensara el resto y ella creía que tenía que probarlo. Al llegar a los chupitos, le juré que iría a la piscina sin bañador.

El domingo plantamos las toallas en la piscina de Lago. Llegó el momento bañadores fuera. Todos se lo tomaron con naturalidad y también que yo dijera que me lo dejaba puesto un rato porque soy de los que se queman. Intenté evitarlo, pero mi mente no naturista hizo que me sintiera incómodo y culpable. Si tengo a alguien delante en bolas, intento evitarlo, pero al final miro y más si es una persona que conozco. Es lo natural, ¿no? O igual es que fui a un colegio católico, aunque no llegué a hacer la confirmación...

Me quedé en la toalla para ponerme a prueba cuando todos se fueron a darse un baño. Estaba convencido de que sentiría menos presión si empezaba por desnudarme frente a desconocidos, pero al soltar el cordón del bañador me saludaron desde un par de toallas de distancia. Era mi vecino del cuarto, en pelotas, con el que los viajes en el ascensor no han vuelto a ser lo mismo. Me volvió el corte y rehíce el nudo del bañador.

El día siguió con partidas de mus, bocadillos y baños en los que sentía que era la nota discordante con mi armadura de cintura para abajo. Apenas hablé con Nadia, y no porque ella no lo intentara. Lo de que no era parte del grupo solo estaba en mi cabeza, nadie protestaba por mi bañador, así que aproveche la hora de la siesta para quitarme ambas cosas de encima. En la entrada de la piscina, lo dejé todo al aire. Bañarse desnudo no me pareció liberador como decían, pero sí muy fresquito. Unos largos después, estaba dispuesto a volver a la toalla con el bañador en el hombro, pero al salir del agua me encontré con lo peor que te puedes encontrar en una experiencia nudista: mi ex con su nuevo novio, un tipo con posibilidades en el cine para adultos.

Como pasa con todos los miedos, se enfrentó a él y descubrió que no era para tantoAl final, volví a la toalla con el bañador puesto. A mí lado tomaba el sol una chica que me gustaba y los hombres inseguros (y todos) creemos que las posibilidades amatorias se pueden juzgar de un vistazo. Como nudista era un fracaso, así que dejé de intentarlo, no fuera a ser que al volverme a bajar el bañador apareciera mi jefa. Nadia me notó el agobio en la cara y me pidió disculpas por haberme insistido en que me uniera al plan. Lo del nudismo es una opción, no una obligación, aunque pensó que a mí realmente me apetecía probarlo porque ella, antes de atreverse a hacerlo, también sentía la envidia de la que le hablé por la gente que se desnudaba sin reparos. Como pasa con todos los miedos, se enfrentó a él y descubrió que no era para tanto. Aunque al cuerpo desnudo no se le debería tener miedo. Eso sí que suena poco natural...

Total, que me levanté, me quité el bañador y... ¡Al fin empecé a disfrutar de la experiencia! Además, por primera vez desde que entré en la piscina, mis ojos dejaron de imantarse a los cuerpos desnudos. Mentiría si dijera que se me quitaron todos los miedos de golpe, pero aprendí que, rodeado de gente que les planta cara, se llevan mucho mejor.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento