CARLOS G. MIRANDA
OPINIÓN

Carta a un catalán, de un madrileño

Carlos G. Miranda.
Carlos G. Miranda.
CARLOS G. MIRANDA
Carlos G. Miranda.

Querido catalán:

No sé si serás de esos que están convencidos de que todos los de la capital somos españolazos PPeros. De los que dicen que Madrid es sinónimo de Gobierno central, que por algo lo cuentan así en los editoriales del Times.

Si fuera el caso, entendería los prejuicios, porque a mí esos me obligan a pensar, sin conocerte, que tú eres un catalán indepe que odia España. Crees que este no es tu país, sino un Estado que le robó a Cataluña la historia, el idioma, el dinero y ahora también la libertad de sus políticos.

¿No es el caso? Tampoco yo estoy en el otro extremo, pero el ambiente está tan crispado que los prejuicios han perdido la preposición y vamos todos con la desconfianza por delante.

Esto es un Madrid-Barça a lo bestia, así que mejor ni hablarlo. Tema tabú.

El problema es que estamos bastante cerca e igual coincidimos por trabajo, por amigos comunes, o por cualquiera de esas cosas que nunca deberían ser políticas. Tendríamos el elefante del procés en la habitación y, al final, la tensión nos obligaría a mojarnos. Decir en voz alta si nos parecieron bien o mal los palos del 1-O, si los presos son políticos o si el derecho a decidir es una pataleta o una necesidad. Blanco o negro, que la historia ya no admite grises.

Tampoco permite que se escuche, por mucho que no se lleven tapones, ni que se vea, a pesar de que se mire. Esto ya es tan emocional que ha dejado de regirlo la razón.

Paradójicamente, lo que se pide a los que mandan es diálogo, pero en la calle hay discusiones o una especie de silencio tenso. Igual es porque para que se dé la comunicación hay que estar dispuesto a cambiar de opinión, que es algo que ocurre hasta cuando parecía imposible (que se lo pregunten a Podemos mientras aplaude en el Parlament a los liberales).

Me da que, si nos diéramos el tiempo de conocernos, caerían los prejuicios y descubriríamos que el uno no es lo que le han hecho creer al otro. Comprenderíamos que los dos estamos de acuerdo en lo fundamental, como que donde has nacido no determina tus ideas, y que esas no deberían estar nunca por encima de las personas.

Deberíamos hablar de que cuando no se encuentra lo que nos une hay que buscar lo que no nos separa.

Abrazos,

Carlos

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