Si no se aprueban los presupuestos, habrá elecciones en 2019. Y no lo digo yo, lo ha dicho María Jesús Montero, que no ha titubeado en lanzar esta advertencia después de que los independentistas hayan dejado en el aire su apoyo a las cuentas.

Dicho esto, tengo la seguridad, por no decir la certeza, de que los presupuestos se aprobarán, a menos que Podemos decida dar una vuelta de tuerca al Gobierno y rechazarlos, como hizo recientemente en el Congreso con el decreto de vivienda.

Sin embargo, por los secesionistas no quedará. Son los más interesados en que no haya elecciones, al menos de momento. Si hay dudas, uno no tiene más que escuchar a independentistas como Pere Aragonès, que, en nombre de ERC, advirtió miércoles de que rechazarán los presupuestos si no hay una "solución política" en Cataluña.

"¿Y en qué consiste esa solución?", se le pregunta. Responde: en la apertura de un "espacio de negociación" que desemboque en un "referéndum legal". Otra cuestión: "¿Eso quiere decir que si el Gobierno no se compromete a convocar un referéndum no habrá presupuestos?". No, no, explica, quiere decir que si no hay un compromiso de abrir un "espacio de negociación" para buscar una "solución" no habrá apoyo a los presupuestos. Pero, oiga, "¿no llevan dialogando meses?"...

Esta ambigüedad es un reflejo de lo que pretende el independentismo: marear la perdiz para contentar a su electorado, pero finalmente apoyarán las cuentas y, con ello, garantizarán la legislatura. ¡Vaya si lo harán! Alguien dijo que la votación de los presupuestos sería como una "segunda vuelta a la moción de censura". Así será y estoy convencida de que prosperará.