Un estudio en el yacimiento de Orce revela que las hienas de hace 1,5 millones de años eran sólo carroñeras

Un estudio desarrollado en el yacimiento arqueológico de Venta Micena, en la localidad granadina de Orce, ha revelado que las hienas de hace 1,5 millones de años tenían un tamaño corporal que, con un peso de 110 kilos, duplica al de las hienas actuales y desarrollaban un comportamiento exclusivamente carroñero.

Un estudio desarrollado en el yacimiento arqueológico de Venta Micena, en la localidad granadina de Orce, ha revelado que las hienas de hace 1,5 millones de años tenían un tamaño corporal que, con un peso de 110 kilos, duplica al de las hienas actuales y desarrollaban un comportamiento exclusivamente carroñero.

De hecho, sus dientes y su mandíbula eran mucho más fuertes, y tenían una capacidad de fracturación mucho más elevada que la que realizan las hienas de ahora, según ha informado en una nota la Universidad de Granada (UGR).

Así lo ha demostrado un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Quaternary International y que ha sido liderado por profesores de la Universidad de Málaga e investigadores del Institut Català de Paleoecologia Humana y Evolució Social y de la UGR.

Estos científicos han analizado, durante el transcurso de los últimos años, las modificaciones realizadas por estas hienas sobre los restos óseos de grandes mamíferos conservados en el importante yacimiento paleontológico de Venta Micena que interpretan como un paleocubil de estos carnívoros.

Transporte de restos

Los análisis tafonómicos realizados (la tafonomía es la disciplina paleontológica que se ocupa de los procesos de fosilización) muestran que las hienas carroñeaban los cadáveres de las presas abatidas por los depredadores dominantes en estos ecosistemas de inicios del Cuaternario, transportando selectivamente los restos de estos herbívoros a sus cubiles de cría y fracturando allí los huesos de las extremidades para acceder a la médula ósea de su interior.

Los nuevos estudios biomecánicos, desarrollados en paralelo a estas investigaciones tafonómicas, muestran que la mandíbula y la dentición de esta hiena fósil estaban muy bien capacitadas para desarrollar una dieta carroñera y durófaga, permitiendo ejercer una fuerza de fracturación mucho más elevada que la que realizan las hienas actuales.

Por ello, la imagen que emerge de estos estudios es la de una hiena sin análogos entre las especies modernas, de tamaño formidable y con una adaptación al carroñeo sumamente especializada.

En función de todo ello, tales carnívoros debieron representar un serio competidor para las primeras poblaciones humanas que se asientan en el subcontinente europeo, documentadas en la región de Orce (yacimientos de Fuente Nueva y Barranco León) por importantes asociaciones de útiles líticos de talla primitiva y, algo después en el tiempo, en los yacimientos de la sierra burgalesa de Atapuerca, como Gran Dolina y Sima del Elefante, donde las herramientas líticas aparecen asociadas a fósiles humanos (Homo antecessor).

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