Adiós a la impunidad de los gorrillas. La Fiscalía de Valencia llevó durante el año pasado a un total de 747 aparcacoches ante los tribunales, es decir, 189 más que en 2009. De ellos, 699 respondieron ante el juez por una falta de coacción (pedir dinero por aparcar) y 48 por un delito de agresión, normalmente contra un ciudadano o contra otro gorrilla.

En este sentido, fuentes del ente público han explicado que «las resoluciones condenatorias se han incrementado considerablemenete puesto que la Fiscalía ha recurrido todos aquellos casos que el juzgado desestimaba».

Y es que, hasta ahora, muchos se libraban de ser castigados ya que, sobre todo en el caso de las faltas leves, algunas denuncias no se tramitaban por falta de pruebas. Sin embargo, los jueces de la Audiencia de Valencia también acordaron en noviembre del pasado año unificar criterios y endurecer sus actuaciones contra estos individuos por las molestias que generan a los ciudadanos, llegando a pedir dinero en la zona azul donde ya pagan por aparcar.

Desde la fiscalía han explicado que en el caso de las faltas por coaccionar al conductor a cambio de dinero las condenas pueden suponer arresto domiciliario o una multa económica de entre dos y 400 euros por día de arresto. En el caso de los delitos por agresiones, les pueden caer un mínimo de 6 meses de prisión. La pena máximo irá en función de los hechos cometidos.

Aunque quizás aún es pronto para comprobar si el endurecimiento de las penas se ha traducido en una menor presencia de gorrillas, lo cierto es que a día de hoy los vecinos siguen padeciendo esta actividad al mismo nivel que en los últimos años.

Alameda y Ciutat Vella

La presencia de estos individuos está generalizada por toda la ciudad, pero su presencia es especialmente numerosa en el centro histórico, en la Alameda, junto a los centros hospitalarios, en el paseo marítimo y en las inmediaciones de los centros comerciales.

En casi todos estos puntos se han producido incidentes. Por ejemplo, en el Carmen, un gorrilla agredió a un ciudadano porque consideró un insulto que éste le diera 20 céntimos.