La periodista Maha Akhtar hace un homenaje en su nueva obra a "la fuerza interna" de la mujer de Oriente Medio

Asegura que se siente realizada en "la cultura andaluza" y en especial en Sevilla, ciudad que adora y lleva "en la sangre"
'La princesa perdida' de Maha Akhtar
'La princesa perdida' de Maha Akhtar
ROCA EDITORIAL
'La princesa perdida' de Maha Akhtar

La periodista Maha Akhtar hace un homenaje en su nueva obra, 'La princesa perdida' (Roca Editorial), a "la fuerza interna" de la mujer de Oriente Medio, "parecida a las mujeres en España que llevan las cosas en su familia".

En una entrevista concedida a Europa Press, Akhtar ha descrito que en este segundo libro, que continúa a 'La nieta de la maharaní', indaga en sus sentimientos al descubrir que su padre no es tal, sino el marajá de Kapurthala, por lo que recibe el título de princesa. "Me cambia la vida, pero no en lo material porque me hayan dado el título, sino en la tranquilidad tremenda y paz mental", explica la periodista, quien detalla que creció con "un padrastro y la imagen de mi madre tan maltratada por él, una historia trágica". Tras ello, "ahora sé de donde vengo y sé a donde voy".

En esta obra, profundiza en la historia de su tía Hafsa, que "sigue siendo el pilar de mi vida". Así, "quiero demostrar que es una mujer que viene de la misma familia de mi madre, pero ella es de Oriente Medio no con una vida trágica y triste, sino con fortaleza interna y a la vez femenina, aunque a ella también le arreglaron un matrimonio, pero las cosas le han salido bien".

Al respecto, la escritora relata que "aunque ahora las cosas están cambiando, muchas españolas pueden identificarse con la imagen de mi tía, mucho más que las americanas que tienen una cultura diferente y no tienen el mismo concepto de familia que en España".

No obstante, su historia narra en parte las limitaciones de la mujer en el mundo árabe por la cultura musulmana, si bien "en Líbano la mujer es mucho más libre que en otros países del mundo árabe, como Arabia Saudita, con menos derechos para la mujer". Además, añade, la historia de su tía es de "finales de los años 1950, y el mundo ha cambiado mucho".

De igual modo, Maha encuentra "el rumbo en la vida", si bien la gran diferencia entre los dos libros, es que "en el primero se narran los hechos de la historia como periodista intentando conseguir la partida de nacimiento, al tiempo que empieza una investigación y mi madre me confesó que mi padre no era mi padre", de manera que Maha es descendiente del marajá de Kapurthala.

Y en este libro analiza la historia de su vida personal, recoge "todas las emociones y los sentimientos", y además, "doy respuesta a mucha gente que cuando se publicó el primero tenía la curiosidad sobre qué me había pasado".

Aunque, principalmente, es "una reconciliación" con su madre, de modo que en 'La nieta de la maharaní' quiere "dar una voz" a su madre por la confesión antes de morirse de que su padre no era su padre, y "en 'La princesa perdida' quiero perdonarla". No en vano, agrega, "pasé meses sin poder asimilar la confesión de mi madre, que hubiera sido mas fácil siendo niña, pero lo descubrí cuando tenía 42 años y me quedé con rabia".

Descubre su descendencia al comprar una casa en sevilla

Los hechos que le llevan a averiguar su descendencia se desencadenaron al renovar su pasaporte británico para comprar una casa en Sevilla, cuando descubrió que su partida de nacimiento no estaba en Australia, como creía Maha. Confundida, volvió a Beirut (Líbano) para hablar con su madre, ya enferma, que le confesó que había nacido en la cama donde ella se estaba muriendo, y que era hija de Ajit Singh y nieta de rajás, puesto que su abuela, la cupletista malagueña, Anita Delgado, que se casó con un marajá.

Su abuela paterna, Delgado, enamoró al marajá de Kapurthala y se convirtió en maharaní, pero el desengaño de encontrar en la India a otras cuatro esposas hizo que se divorciara y volviese a Madrid. Fruto de este amor nació Ajit Singh, que cuando era un cincuentón se enamoró de Zahra, la hija de Laila —abuela materna de la autora—, cuando Zahra era una veinteañera de viaje por Europa para visitar a sus hermanas.

Zahra, embarazada de Singh, volvió a Beirut y le amañaron un matrimonio con Anwar Akhtar, un joven ambicioso que acepta casarse con una deshonrada a cambio de una carrera que les llevó antes que nada a Australia.

"en la sangre"

Entretanto, Maha Akhtar defiende que, a pesar de llevar 30 años viviendo en Nueva York, se ve "más en la cultura libanesa, porque he crecido con mi tía, pero también me siento muy cómoda en Sevilla". Y es que, según ensalza, "la cultura andaluza es muy cercana a la libanesa, por ser ambas mediterráneas, y por ello me siento cómoda y realizada en Sevilla, antes que en Madrid, quizás lo llevo en la sangre".

Al hilo de ello, señala que le "atraen tantas cosas de Sevilla, que adoro todo de la ciudad", por ejemplo, "la Semana Santa o un día tan bonito, con el sol fuera y me quedo encantada". Ante ello, no descarta instalarse algún día en la capital hispalense, donde vive por temporadas, aunque, resalta, "la sociedad sevillana es muy cerrada, no es fácil entrar y hay muchos sevillanos que no son tan abiertos al mundo".

Nieta de la cupletista malagueña Delgado, asevera que las raíces del flamenco no las pierde, "aunque llevo años sin practicarlo, después de haber tenido el gran honor y la oportunidad de bailar con una figura del flamenco como Manuela Carrasco", manifiesta Maha, quien insiste en que "nunca" ha dejado de bailar, "es una pasión".

En cuanto al papel de princesa, explica que no le cambia la vida "en nada". Además, "¿qué hace una princesa hoy día?", se pregunta Maha, al tiempo que indica que "la riqueza de los Kapurthala no existe ya, la familia es trabajadora, y la aristocracia india no existe como tal", porque, según explica, "el gobierno de Indira Gandhi quitó todos los títulos y la sola razón de que yo lo tenga es porque nací antes del año 1971, tras ello no había derecho a los títulos".

Después de salir a la luz 'La princesa perdida', la periodista Maha Akhtar, quien sostiene que "los libros son muy glamourosos, pero al final no te ponen la comida en la mesa", ha escrito ya una tercera obra, en este caso "una novela basada en un barrio de Beirut, en una peluquería pequeña de toda la vida y con cuatro mujeres que van toda la semana, es una historia divertida, pero también con momentos tristes". Asimismo, está apunto de terminar un cuatro libro sobre Sevilla, "basado en una boda, con la Semana Santa y la Feria en su contexto, y algunas anécdotas en Jerez de la Frontera (Cádiz)".

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