Confiesan que la ciudad se ha hecho famosa por su vida nocturna y, cuando llegan, se encuentran con promotores de ocio (muchos, también, extranjeros), que les ofrecen 2x1 en bebidas. 20 minutos ha vivido una noche con ellos y ha comprobado que, nada más pisar Las Ramblas, los turistas son seducidos con ofertas que utilizan el alcohol como principal gancho.

«Los turistas vienen más que nada por la fiesta», reconoce Nika, una joven eslovaca que promociona una nueva discoteca.

«Barcelona, y especialmente la Plaça Reial, tiene energía y siempre da buena onda», cuenta el brasileño Ricardo, acompañado de tres compatriotas, cada uno con su botella. Si se acaban, aunque es casi medianoche, a pocos metros de allí, en la calle Escudellers, siguen abiertos dos colmados con los escaparates llenos de licores.

Los vendedores ambulantes de cerveza a un euro siguen activos pese a la nueva ordenanza de civismo. Además, a ambos lados de Las Ramblas proliferan pubs al estilo británico que captan a los turistas con ofertas de cerveza, tequila o sangría.

Lo resume Mohamed, un promotor: «te tomas dos copas y pagas una, esto es Barcelona, ¿no?».