Las máquinas comenzaron ayer a derribar las naves industriales de La Rabia y El Carroñero, donde en los últimos años habitaban colectivos de okupas que organizaban ruidosas fiestas, según denuncian los vecinos, que ayer se mostraban de lo más optimistas.
También el alcalde de Barcelona, Joan Clos, quien aseguró que con estas obras comienza el fin del «conflicto social que se había planteado aquí con los vecinos».
Paralelamente al inicio del derribo, el Ajuntament aprobó ayer definitivamente la reforma del mercado y la creación en el solar de un Centre d’Atenció Primària, de un centro cívico, una guardería, una residencia y un centro de día para la tercera edad y 40 pisos de protección oficial para realojar a parte de los vecinos afectados.
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