La editorial Almuzara publica el nuevo ensayo '¿Hay que ser un cabrón para llegar a director general?'

El sello andaluz Almuzara ha editado el ensayo '¿Hay que ser un cabrón para llegar a director general?', que analiza la conveniencia de tener una actitud u otra ante los trabajadores en la empresa, y es que, a pesar de que los directores generales tienen el objetivo de conseguir los resultados que exigen los accionistas, existen diferencias entre ejercer de una manera u otra para ser buen directivo.

El sello andaluz Almuzara ha editado el ensayo '¿Hay que ser un cabrón para llegar a director general?', que analiza la conveniencia de tener una actitud u otra ante los trabajadores en la empresa, y es que, a pesar de que los directores generales tienen el objetivo de conseguir los resultados que exigen los accionistas, existen diferencias entre ejercer de una manera u otra para ser buen directivo.

En un comunicado de prensa, la editorial ha señalado que esta es la cuestión que tratan Antonio Agustín y Sofía Delclaux en su nuevo libro, en el que, a través de una serie de entretenidas entrevistas con máximos ejecutivos de grandes empresas, transmiten una visión "muy práctica, llena de experiencias y cientos de anécdotas" que permite dar respuesta a la pregunta con la que titulan la obra.

Según argumentan Agustín y Delclaux, el director general que opta por ser cabrón está "guiado por su propio interés y por su carrera personal, sin preocuparse en absoluto por la de los demás, es decir, aprovecha su posición en exclusivo beneficio propio" y añaden que el directivo cabrón "no suele aportar soluciones, recibe problemas, marrones, que provienen de arriba o de abajo y se dedica simplemente a airearlos, circularlos o endosarlos a sus colaboradores", con lo que la del cabrón suele ser "una actitud altamente contagiosa que redunda en su propio beneficio".

Sin embargo, en opinión de los autores, "no ser cabrón es una decisión difícil, incómoda, pero notablemente productiva tanto a corto como medio y largo plazo". El directivo no cabrón, consciente de que necesita la competencia de sus colaboradores, fomenta su autoestima y fortalece sus valores.

De esta forma, reconoce abiertamente que las personas de su organización "pueden y deben sumar talento y, por esto, es imprescindible que éstas se sientan como parte del proyecto empresarial". Línea esta en la que los autores del libro afirman que el directivo no cabrón, "además de ser claro con su equipo, intenta que los que le rodean se sientan más valorados e incluso más felices".

Sofía Delclaux (Bilbao, 1967) es licenciada en Informática por la Universidad de Deusto y MBA por el IESE. Ha trabajado en España, Polonia y Estados Unidos alternando entre la consultoría en Accenture y puestos de gestión en empresas como Canal Satélite Digital y Media Planning Group. Actualmente se dedica a la consultoría de negocio colaborando en el desarrollo de estudios y proyectos con consultoras de prestigio y escuelas de negocios.

Antonio Agustín (Barcelona, 1960) es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Barcelona y MBA por el IESE. Su principal actividad es la consultoría estratégica del área comercial para grandes compañías de empresas de gran consumo. También es consejero independiente de pequeñas y medianas empresas (pymes). Ha publicado varios libros especializados en el sector —distribución— y es columnista habitual de periódicos económicos nacionales.

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