Los acusados de duplicar tarjetas de crédito lograron sacar dinero de 200 usuarios

Los dos acusados de estafa por duplicar tarjetas de crédito lograron extraer unos 190.000 euros de un total de 199 usuarios de Caja Cantabria con el sistema mecánico que empleaban, y que consistía en colocar sobre el teclado otro, con un dispositivo que servía para conocer el número PIN y los datos necesarios para fabricar una tarjeta nueva con la información obtenido.
Sede Audiencia Provincial
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Los dos acusados de estafa por duplicar tarjetas de crédito lograron extraer unos 190.000 euros de un total de 199 usuarios de Caja Cantabria con el sistema mecánico que empleaban, y que consistía en colocar sobre el teclado otro, con un dispositivo que servía para conocer el número PIN y los datos necesarios para fabricar una tarjeta nueva con la información obtenido.

Al menos uno de los acusados aparece identificado en los fotogramas de las grabaciones de seguridad de los cajeros automáticos, y además, ambos fueron vistos visitando los cajeros días antes de proceder a su manipulación.

Ambos se enfrentan a penas que suman 20 años de prisión por delitos de estafa y posesión de herramientas para la falsificación de moneda a los que se añade un año y tres meses de prisión para G.G.H., que, cuando fue detenido, agredió y lesionó a tres agentes de la Policía.

En principio, el Ministerio Fiscal pedía para cada uno nueve años de prisión por el delito relacionado con la falsificación y tres por la estafa, pero se ha modificado la primera petición en aplicación del nuevo Código Pena, por lo que esta pena pasa a ser de siete años.

El juicio se ha celebrado este lunes en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria y en él, los acusados, G.G.H. y T.S.T, de nacionalidad búlgara, se han acogido a su derecho a no declarar y han alegado también el desconocimiento del idioma español.

Sí que han declarado los distintos agentes de Policía que intervinieron en la operación y que han relatado cómo, tras recibir denuncias por estos hechos, comenzaron a realizar labores de vigilancia de los cajeros que les permitieron sorprender a los acusados visitándolos días antes de instalar la 'encimera'.

Gracias a este dispositivo, podían copiar la banda magnética de las tarjetas de crédito y débito, y detectar la clave del cliente, con las que luego se hicieron operaciones en Madrid y Roma.

En realidad, técnicamente no hacían un clonado de la tarjeta, que implica duplicar una tarjeta concreta, sino que asignaban los datos obtenidos a tarjetas 'en blanco', ya que estas cifras identificatorias se pueden enviar fácilmente por medios electrónicos.

Con el seguimiento policial se encontró a uno de ellos comprando cinta aislante de un ancho mayor de lo normal y adhesiva por las dos caras, como la que era necesaria para fijar el nuevo teclado sobre el de verdad.

En posteriores registros de la habitación de hotel que ocupaban en la ciudad y de la furgoneta que tenían alquilada se encontraron botones de repuesto para teclados de cajero, diversas cantidades de dinero —parte en moneda extranjera—, un ordenador portátil, programas informáticos para recoger y almacenar los datos de las bandas magnéticas y para acceder a los teclados electrónicos, así como dos billetes electrónicos de ida y vuelta entre Bucarest y Madrid vía Amsterdam.

Los agentes también han contado como uno de ellos, G.G.H., se resistió cuando, ya en prisión, intentaron identificarle tomándole las huellas dactilares, a lo que reaccionó dando puñetazos y patadas a los policías.

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