Detrás de su rostro extenuado y su mandíbula prominente, más allá de un gesto serio y distante, propio de una mente privilegiada, habitaba un ser extraño y atenazado por el miedo. Howard Phillips Lovecraft era enfermizo, de hábitos nocturnos y talante contradictorio. La superlativa protección de su madre le llevó a experimentar toda la vida una fatal mezcla de odio y pavor por lo foráneo, que aderezado por su afición por las ciencias y la astronomía se convirtió en un compendio literario único, tan original como aterrador.

"Para todo aficionado a la literatura de terror que se precie, H. P. Lovecraft vendría a ser como Jesucristo para un creyente cristiano, siendo Dios Padre Edgard Allan Poe", afirma Juan Luis González, editor de Valdemar, que ha publicado numerosas obras del autor y sobre él.

"El relato de terror gótico del siglo XVIII, lleno de castillos, criptas, fantasmas, etc... se hizo menos tópico, más psicológico y más creíble con Poe", explica. "Con Lovecraft el terror dio un giro copernicano y se convirtió en horror cósmico: miedo a los espacios infinitos poblados por indescriptibles semidioses amorales, miedo a seres de otras dimensiones". Su influencia es muy perceptible en autores contemporáneos como Stephen King, Clive Barker o Alan Moore, entre otros.

Pero lo que su imaginación engendró no puede entenderse sin conocer las peculiaridades de su claustrofóbica existencia.

Providence, una ciudad costera de Nueva Inglaterra (EE UU) le vio nacer en 1890. Su padre fue internado en un psiquiátrico cuando él tenía dos años y murió algunos años después. Su madre, Susie Phillips, lo crió en la casa de sus padres, en compañía de las tías del pequeño. Susie estaba obsesionada con su hijo, lo sobreprotegió y le consintió todos los caprichos. "Dejaba que su hijo comiera lo que quisiese", relata L. Sprague de Camp en Lovecraft, una biografía (Valdemar). También lo dejaba levantarse y acostarse cuando quisiera, de modo que se convirtió en una "criatura nocturna". Además, obsesionada con la idea de tener una niña, Susie lo feminizó con vestidos y bucles.

Lovecraft llegó a creer que era una niña, hasta que a los seis años exigió que le cortaran el pelo. Faltó mucho la escuela, a causa de fiebres reumáticas y otras enfermedades, pero fue precoz: a los tres años ya sabía leer y escribía a los cuatro. Devoraba libros y aprendía por sí mismo. Fue un bicho raro, misántropo y etnocéntrico, un ser solitario y lleno de fobias.

Las pesadillas lo asediaban, con "alimañas descarnadas" que le mordían el estómago. Mucho tiempo después, Lovecraft confesó a su esposa, Sonia Green, que la actitud de su madre hacia él "fue devastadora".

Su matrimonio fue corto e infructuoso: fue la única causa que lo obligó a salir de su querida Providence. Se mudó a Nueva York en 1924, y tres años después regresó a su ciudad natal sin su esposa. Allí murió en 1937, a los 46 años. Lo hizo convencido de que su vida había sido calamitosa, y su obra, un fracaso. Sin embargo, un grupo de escritores habituales de la revista Weird Tales, donde Lovecraft dio a conocer su relatos, no permitieron que su legado cayera en el olvido.

El Círculo Lovecraft, con Robert E. Howard (creador de Conan) en sus filas, adoptó a sus criaturas, las alimentó y dio lugar a una mitología con prolífico rastro: versiones y homenajes literarios, cómics, juegos de rol, canciones y un centenar de adaptaciones para el celuloide.

La última de ellas ya está en los cines: La herencia de Valdemar II, la sombra prohibida, una producción española firmada por José Luis Alemán, un fan de Lovecraft. Repite con el reparto de la primera entrega, estrenada hace un año, con Silvia Abascal, Oscar Jaenada, Eusebio Poncela y Paul Naschy, en la última interpretación de su vida. Y como artista invitado, el dios primigenio Cthulhu, infografía mediante.

Guillermo del Toro está preparando la adaptación de Las montañas de la locura, una de las obras más destacadas de Lovecraft, que relata una expedición a la Antártida.

Sin duda uno de los seres más conocidos de Lovecraft es la monstruosa deidad de las profundidades del océano con cabeza de pulpo y cuerpo de dragón, llamada Cthulhu. Sin embargo, puede que sea más popular otra de sus invenciones, El Necronomicón (El libro de los muertos), cuya existencia ha llegado a ser planteada en la realidad. También el nombre de Arkham (una ciudad de su invención), pervive en forma de manicomio en los cómics de Batman.

Una peli: Re-animator. Basada en la obra de Lovecraft de 1922 Herbert West: Reanimador, fue llevada a la gran pantalla por el director Stuart Gordon en 1985 y se convirtió en un referente ineludible del cine fantástico de terror. En esta edición de lujo con 3 DVD se incluyen detalles inéditos del filme. Empire Pictures, 2008. 19,99 euros.

Un disco: Ride the Lightning.  Editado en 1984, el segundo álbum de Metallica incluía un gran composición inspirada en Lovecraft. The Call of Ktulu, de 9 minutos de duración, obtuvo el Grammy a la Mejor Ejecución Rock Instrumental._El nombre de la canción era When Hell Freezes Over, pero el bajista Cliff Burton, fanático de H. P. Lovecraft, propuso el cambio. Universal, 1991. 21 euros.

Un libro: Narrativa completa. La obra íntegra del creador del terror cósmico, desde sus pequeños relatos y sus dos únicas novelas hasta sus grandes títulos como La llamada de Cthulhu, Dagon y El horror de Dunwich, se reparten en dos grandes volúmenes imprescindibles. Ed. Valdemar, 2007. 33 euros (Vol. I) y 35 euros (Vol. II).