"No me llames Dolores, llámame Lola...". Con aquel célebre estribillo, Pastora irrumpió en las listas para ganarse el corazón de los amantes del pop enfocado a la pista de baile. Hoy siguen al pie del cañón y lanzan nuevo disco.

¿Por qué Un viaje en noria?

Porque el disco es un viaje. La noria es el vehículo que mejor definía el sonido de este trabajo, que cambia mucho de estilos, del dance al metal, canciones pop, otras más down tempo...

Como single han escogido el tema más bailable del álbum, Feel the Magic... ¿Cómo ha respondido el público?

Bien, aunque nos daba algo de miedo. La gente podía pensar que nos habíamos pasado al dance desenfadado cuando, sin embargo, el disco tiene de todo. Es cien por cien Pastora.

Su música se asocia con la noche. ¿Cuándo fue la última vez que salieron de fiesta?

El sábado pasado (risas). Pero porque vinimos a Madrid. Somos de ir a ver conciertos, salir al cine, al teatro... pero no especialmente de ir a discotecas.

¿Cómo es un concierto de Pastora?

Es una fiesta llena de buen rollo. Un espectáculo muy trabajado, con mucha improvisación... Tenemos mucho en cuenta al público y le hacemos formar parte del concierto.

¿Cómo es ese público?

Hay de todo, pero fundamentalmente son treintañeros... Y eso mola.

Para este disco han vuelto a apostar por el castellano, pero también incluyen una canción cantada en catalán. ¿En qué lengua se sienten más cómodos?

En castellano. En catalán no te puedes permitir ciertas licencias, como decir paquí o pallá, porque ya te dicen que eso no es catalán. Hay una defensa demasiado férrea del idioma. No nos sentimos libres cantando en catalán.

¿Qué momento vive la música en Barcelona?

Actualmente atraviesa un gran momento. Afortunadamente hemos dejado atrás el llamado rock catalán y aquella etiqueta del sonido Barcelona. Hoy existen multitud de propuestas interesantes dentro del indie: Love of Lesbian, Standstill....

Ley Sinde, PP, PSOE... ¿dónde se sitúa Pastora en la polémica de la piratería?

Crecimos como grupo en plena explosión de la piratería como fenómeno. Somos los primeros que nos bajamos canciones de vez en cuando y no somos piratas, porque no nos lucramos con ello. Ya pagamos un canon. Estamos por la adaptación a los nuevos tiempos, como hace Spotify. La industria discográfica tiene que evolucionar y ponerse las pilas.