El Grupo IV de la Jefatura Superior de Policía de Asturias y el Grupo III de la Comisaría Local de Gijón, especializados en la investigación de robos con fuerza en domicilio y establecimientos comerciales, han colaborado con el Grupo de Delincuencia Organizada de la Jefatura Superior de Murcia, en el desmantelamiento del grupo organizado de origen albanés que actuaba era la Región de Murcia, el Principado de Asturias, Santander, León y Málaga.

La operación se inició en el mes de octubre, tras detectarse la comisión de varios robos en establecimientos y domicilios de la ciudad de Murcia y urbanizaciones cercanas, en los que se empleaba un similar modus operandi. Las gestiones practicadas apuntaron desde los primeros momentos a un grupo de personas de origen albanés, que podrían estar utilizando una vivienda situada en la localidad murciana de Zarandona.

Las investigaciones llevadas a cabo sobre este grupo pusieron de manifiesto que se trataba de una organización criminal altamente especializada, que utilizaban viviendas de alquiler repartidas por varios puntos de la geografía española.

Esta red de bases de actuación les permitía disfrutar de una extraordinaria movilidad a la hora de cometer sus acciones delictivas y al mismo tiempo constituía un elemento de seguridad fundamental en la operativa de la organización. Con este mismo propósito, los integrantes del grupo disponían de documentos de identidad falsos, correspondientes a países del este de Europa, que utilizaban para alquilar los domicilios y los vehículos que empleaban.

Se comprobó que los investigados se desplazaban a bordo de vehículos de alquiler, que cambiaban con relativa frecuencia y contrataban en distintos puntos de la geografía española y en distintas empresas. Estos vehículos eran utilizados para inspeccionar los lugares de posterior comisión de los asaltos.

Los asaltos los cometían en grupos cuya composición variaba dependiendo de las características de la operación y del lugar elegido. Estos grupos planificaban cuidadosamente las acciones y el reparto de las funciones en el asalto. De este modo, seleccionaban sus objetivos entre viviendas ubicadas en urbanizaciones aisladas del núcleo urbano y se desplazaban a estos lugares para inspeccionar el entorno y planificar el asalto.

Basándose en esta información decidían la fecha y horario más favorable a sus intenciones, mostrando preferencia por la entrada en los domicilios aprovechando las horas de sueño de sus moradores.

En el momento de los asaltos extremaban las medidas de seguridad y utilizaban vehículos robados, que reservaban para esas acciones y que solían dejar estacionados en lugares alejados de sus residencias para evitar su vinculación con los mismos.

A bordo de estos vehículos se desplazaban a los lugares de actuación, empleando en el desplazamiento vehículos alquilados en funciones de avanzada de seguridad.

De esta manera recogían el instrumental necesario para los robos, que también guardaban en lugares con los que no pudiera relacionárseles y que eran también utilizados con posterioridad a los asaltos para ocultar los efectos sustraídos en el interior de los domicilios, donde buscaban, preferentemente, joyas, dinero en efectivo y llaves de los vehículos aparcados en los garajes y que también sustraían.