El heavy es su estilo, pero como buen estudioso, no se cierra a nada: «Mi guitarrista de cabecera puede ser Steve Vai, pero también escucho con atención a Los Beatles, a guitarristas flamencos, a Vivaldi o Dvorak. En la música no hay tantos extremos como la gente cree. A lo mejor, la progresión de una canción heavy la inventó Bach hace cientos de años. Siempre damos vueltas sobre lo mismo».

Este año ha empezado a estudiar economía, pero tiene los ojos puestos en los Estados Unidos. Quiere solicitar una beca para cursar música en Boston o Los Ángeles y seguir formándose hasta ser «un virtuoso de la guitarra eléctrica». De momento, al frente de un grupo de acompañamiento ya ha grabado una maqueta y el mes que viene, debutan en una sala para 300 personas. Tocan hard rock instrumental, porque Manuel quiere transmitir sensaciones sólo con la guitarra, mudo de palabras.

Siempre ha vivido en Madrid con sus padres, que al principio creyeron que lo suyo con la música era «un capricho pasajero». Ahora lo ven dedicarse a la guitarra ocho horas al día y se dan cuenta de que ésa es la vida de su hijo. Cuando Manuel toca en un concierto puede ver la cara de admiración de su padre entre el público.

Va subiendo escalones poco a poco. Es mucho sacrificio pero no se imagina despegado de la música. «El mejor guitarrista es el que transmite un mensaje. Para conseguirlo no me importa irme lejos. Además, me ayudará a espabilarme».