Miles de estas lagartas peludas, en su periplo, se han topado con el complejo de Medina Azahara. El director del monumento, Antonio Vallejo, resta importancia al elevado número y sostiene que ha ocurrido otros años.
Y no es que la lagarta tenga ansias por disfrutar de la magnífica ciudad de los califas. Es que tiene hambre.
Enrique Vargas, profesor de la Escuela de Agrónomos de Córdoba, forma parte de un equipo que ha estudiado en profundidad esta oruga.
Explica que este año todavía «no se puede hablar de plaga, aunque se ha observado un número anormalmente alto que puede dar problemas». El mayor inconveniente puede ser que entren para alimentarse en algún cultivo. Les vuelven locas las hojas tiernas de las habas.
Por su parte, la Junta de Andalucía tampoco habla de plaga, mientras que Medio Ambiente niega que, de momento, se vaya a poner en marcha alguna medida de control.
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