La acusada de asesinar a un sacerdote en Murcia cambia su declaración y responsabiliza a su ex pareja

El acusado, que ha sido advertido por la jueza para que no usase la cabeza de forma "desafiante" hacia Ramona, ha decidido no declarar
El acusado, Marius, en el centro, junto a su abogado
El acusado, Marius, en el centro, junto a su abogado
EP
El acusado, Marius, en el centro, junto a su abogado

La acusada de asesinar en 2007 a un sacerdote en Murcia, que responde al nombre de Ramona M., ha decidido cambiar la declaración que ha mantenido estos últimos tres años y medio ante el Juzgado de Instrucción, en la que admitía su autoría en el crimen tras mantener una discusión con la víctima, y ha responsabilizado a su ex pareja, Marius N., de los martillazos asestados al cura, mientras que ella presenciaba los hechos.

Ramona ha hecho estas declaraciones en la primera sesión de la vista oral que ha comenzado este miércoles, en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, en la que un jurado popular la juzgará, junto a su ex pareja sentimental, acusados de asesinar a un sacerdote a martillazos en su vivienda de Murcia y de robarle posteriormente.

Por su parte, su ex pareja, Marius N., quien ha tenido que ser advertido por la jueza en una ocasión para que no usase la cabeza de forma "desafiante" hacia Ramona, se ha acogido a su derecho a no declarar.

En concreto, la acusada ha defendido que, desde el principio del proceso, ha mantenido la versión de los hechos que le había transmitido su ex pareja porque "sentía y siente miedo" por ella y por su familia, ya que Marius la ha amenazado "desde siempre" y mantenía esas amenazas en los 'vis a vis' de la cárcel e incluso por carta. Sin embargo, confiesa que ha decidido cambiar su declaración porque no quiere ir a la cárcel ni pagar por algo que no ha hecho.

A instancia del Ministerio Fiscal, Ramona ha reconocido que en la versión que sostuvo ante el Juzgado de Instrucción declaró que acudió a casa del sacerdote a pedir trabajo, pero que la víctima mortal sacó un martillo y precinto con los que le propuso juegos sexuales entre ambos y, tras negarse, se inició un enfrentamiento entre ellos en el que la acusada le arrebató el arma y le golpeó hasta matarlo.

Ramona, de 28 años y nacionalidad rumana, ha desmentido estos hechos y ha declarado que, en realidad, el día del asesinato, el 8 de abril de 2007, su entonces pareja sentimental, Marius, de la misma nacionalidad y que actualmente tiene 33 años, le instó bajo amenazas de muerte a acompañarle a la casa del cura para robarle.

Según el escrito de conclusiones provisionales del Ministerio Público, Marius, quien tenía antecedentes penales al haber sido condenado por sentencia firme en octubre de 2005 por un delito de robo con fuerza a la pena de ocho meses de prisión, venía "manteniendo relaciones sexuales con el sacerdote, al que conocía desde el año 2005, y del que obtenía recompensas económicas en atención a dichas relaciones".

Relato de los hechos

Ramona, quien dice que desconocía la relación entre su ex pareja y el sacerdote, ha asegurado que Marius le dijo que quería ir a robar al cura porque guardaba hasta 60.000 euros en casa y que "tenía que acompañarle". Sin embargo, aunque ella se negó, accedió a acompañar a su pareja a la casa del cura porque le estaba "amenazando", le dijo que la "mataba", que conocía a "gente peligrosa en Rumanía", y que "tenía mucho miedo" por ella y por su familia.

Relata que Marius la llevó a una tienda "de chinos" en la que ambos entraron y él compró el arma homicida, un martillo de enlosar. Posteriormente, los dos se dirigieron al bloque de pisos en el que vivía el sacerdote, en cuyo portal, el acusado llamó al timbre. "Marius dijo entonces que el cura no estaba y que teníamos que esperar", según Ramona.

No obstante, indica que ambos consiguieron acceder al edificio gracias a otra persona que entró en ese momento, y subieron por la escalera hasta la planta en la que estaba el domicilio del cura, y Marius le indicó el lugar en el que debía esconderse, tras una pared.

En ese momento, Ramona dice que recibió instrucciones para que se escondiera a la espera del sacerdote, y que si el cura franqueaba la puerta de entrada a su casa, ella le avisara por el teléfono móvil y bajara por las escaleras para abrirle la puerta. "Me dijo que iba a identificar al cura si entraba por la puerta", declaró la acusada, que no conocía entonces a la víctima.

Cuando el cura entró en su casa, la acusada ha dicho que llamó por segunda vez a Marius, quien le instó a bajar por las escaleras y abrirle la puerta. "Le abrí la puerta y subimos juntos la escalera hasta la casa, donde empezó a apretar el timbre de la puerta hasta que el cura preguntó quién llamaba", añadió.

Marius se identificó y el cura abrió la puerta, según la acusada, quien asegura que el martillo "siempre" estuvo en posesión de su pareja, quien lo portaba al principio en una bolsa de la tienda de los chinos y que, al entrar a la casa lo ocultó tras la chaqueta.

"marius sacó el martillo y le golpeó"

Aseguró que el acusado entró primero en la casa y que ella pasó detrás, tras lo que el acusado cerró la puerta. "Nada más acceder al domicilio, Marius le pidió todo el dinero que tuviera, a lo que el sacerdote contestó que no tenía dinero y, asustado, amenazó con que iba a llamar a la policía", remarcó.

Fue entonces, según el relato de la acusada, cuando Marius sacó el martillo de la chaqueta y empezó a golpear en la cabeza al cura, quien intentaba defenderse con las manos y buscaba el telefonillo de la casa para pedir auxilio.

En este sentido, ha dicho no recordar el número de golpes que el acusado le propinó, pero recordó que el sacerdote "pedía auxilio y cayó al suelo", al lado de la pared donde ella se encontraba. El cura "siguió gritando, y Marius le seguía golpeando", por lo que Ramona se tapó la cara con las manos.

Ramona ha dicho que su ex pareja le pidió ayuda para pasar al sacerdote a otra habitación, y que ella se prestó a ello, cogiéndolo por los pies. "Marius no me dijo por qué quería llevarlo allí, sólo decía que lo cogiera", y mientras ambos procedían al traslado, el cura le insultaba y seguía pidiendo auxilio, pero con un tono de voz "no tan fuerte", reconoce.

La acusada ha explicado que su entonces pareja sacó una cinta de precinto de su bolsillo y se puso unos guantes que cogió de una caja situada en una estantería de la casa. Así, añade que Marius, mientras increpaba al cura, le tapó la boca con la cinta para que dejara de gritar y le ató las manos con una camisa.

Posteriormente, el presunto agresor mandó a Ramona a buscar el dinero en el salón, momento que él aprovechó para lavarse las manos y la cara en el baño. Posteriormente, asegura que Marius le ordenó coger el monedero y el teléfono móvil que el cura llevaba en el bolsillo.

Al salir de la casa, según el relato de la acusada, Marius se deshizo de los guantes y de la cinta tirándolos a un contenedor. Después, ambos se fueron a la casa en la que residían, donde se cambiaron de ropa y el acusado introdujo toda la indumentaria en una bolsa que tiró también al contenedor.

Al día siguiente de lo sucedido, ella se marchó a Rumania y, uno o dos días después llegó Marius. Ambos se alojaron en la casa de los progenitores del acusado, quien planificó la versión de los hechos y se la transmitió a Ramona, según la acusada. "Él me decía lo que quería que yo contase", subrayó.

Los dos acusados son juzgados por un delito de asesinato y otro de robo con violencia por los que les acusa el Ministerio Fiscal y la acusación particular, que coinciden en pedir 20 años de prisión por asesinato y cinco años de cárcel por robo para cada uno de ellos, así como 125.000 euros de multa por responsabilidad civil para los herederos del sacerdote.

Por el contrario, la defensa de Marius, Fermín Guerrero, pide la absolución de su cliente y el letrado de Ramona, Melecio Castaño, pide dos años de cárcel para su cliente.

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