Líderes que vivieron atormentados por sus complejos

  • 'El Discurso del Rey', filme nominado en varias categorías a los Globos de oro, cuenta la historia de un rey tartamudo que debió superar su complejo para reinar.
  • Hacemos repaso por la vida de otros líderes acomplejados.
Una imagen de 'El discurso del Rey'.
Una imagen de 'El discurso del Rey'.
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Una imagen de 'El discurso del Rey'.

La película El Discurso del Rey, que se estrena el próximo 22 de diciembre, analiza la curiosa historia real del rey Jorge VI, que se vio obligado a tomar el poder después de que su hermano Eduardo VIII abdicara para casarse con Wallis Simpson en uno de los mayores escándalos de la época. El nuevo monarca tuvo que vencer su tartamudez para liderar a su pueblo en los momentos más difíciles.

Colin Firth (Bertie) protagoniza este filme, por el que ha sido nominado a Mejor actor en los Globos de oro, junto a Helena Bonham Carter (Isabel, la Reina Madre), Geoffrey Rush (el logopeda Lionel Logue) y Guy Pearce (Eduardo VIII) entre otros. Tom Hooper también ha sido nominado, como mejor director, por este filme.

Seres acomplejados, retraídos e inseguros… bajitos, débiles, calvos, viejos… Nadie diría que hablamos de triunfadores, de líderes, de auténticos pastores de hombres pero, aunque parezca sorprendente, estas son las características de muchos de los jefes de gobierno, dictadores y grandes políticos. Hacemos repaso de otros líderes con taras más o menos secretas.

Si buscamos un punto en común entre los grandes líderes y dictadores de la historia, pronto nos encontramos con los complejos. Estos hombres que destilan firmeza en sus discursos y apariciones públicas muchas veces esconden grandes inseguridades que muchos consideraríamos impensables en personalidades de su talla. Dicen que un complejo de inferioridad se enmascara con otro de superioridad.

Bajitos y en lo alto del poder

La primera gran característica que ha atormentado a multitud de dirigentes a lo largo de la historia es la altura. Un líder tiene que mirar por encima de todo su pueblo y regir su destino desde las alturas, pero ¿cómo hacerlo cuando apenas se mide un metro y medio?

Pondremos dos ejemplos de sobra conocidos por todos, curiosamente ambos franceses. El primero de ellos es probablemente uno de los dirigentes más poderosos de todos los tiempos, Napoleón Bonaparte. Sus 1,55 metros de estatura no impidieron que este ingenioso general llegase a conquistar Europa.

Una curiosa anécdota relata que estando Napoleón con sus generales en una biblioteca no fue capaz de alcanzar un volumen que se encontraba en un estante alto. Uno de sus generales más altos le dijo "Permítame, Majestad, que le ayude. Es que soy más grande", a lo que el Emperador respondió "Usted no es más grande, usted es más alto".

Nos fijaremos también en Nicolás Sarkozy, actual presidente francés. Todo el mundo sabe que se trata de un dirigente muy mediático, pero lo que no todo el mundo sabe es que este hombre tiene un gran complejo con su estatura (1’65 m).

¿Qué hacer para sentirse seguro en sus alocuciones ante millones de franceses? La solución de este presidente es sencilla: alzas en los zapatos. Suponemos que las alzas serán suficientes para besar a su altísima esposa, la bella modelo Carla Bruni (1’76 m). Y es que, como veremos a continuación, la belleza y el poder están íntimamente relacionados.

La juventud, el vigor y la hombría son sin duda grandes aliados del poder. Mediáticos líderes actuales como el siempre polémico Silvio Berlusconi lo saben bien y lo explotan al máximo. A sus 74 años cualquiera diría que está hecho un chaval, pero no son las mieles del poder las que le otorgan la juventud, sino la cirugía estética.

El pelo del septuagenario italiano también se cae como el del común de los mortales, pero Silvio ha sorteado este antiestético inconveniente mediante repetidos injertos en su cuero cabelludo. Para Berlusconi, un gobernante debe de ser igualmente vigoroso, y qué mejor que verse continuamente rodeado de bellas jovencitas (velinas). Su particular harén le proporciona un místico halo de omnipotencia frente al pueblo italiano, que lo percibe como un verdadero líder "machote" pese a su avanzada edad.

Un pie de pato

Analicemos el caso de otro gran acomplejado, Iósif Stalin. Empecemos puntualizando que su verdadero nombre fue Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin (que en ruso significa “hecho de acero”) fue el sobrenombre que él mismo se atribuyó en 1912.

Podemos imaginar a un verdadero hombre de acero, fuerte, robusto y hecho a sí mismo, pero nada más lejos de la realidad. Stalin fue un hombre frágil y débil desde su terrible infancia. Considerando que las frecuentes palizas de su alcoholizado padre forjaron en él un gran odio a la autoridad, resulta verdaderamente curioso que este hombre débil se convirtiera en un temible dictador que no dudó en asesinar a todo aquel que desafiaba su voluntad (la paranoia es otro gran rasgo común de estos inseguros dirigentes).

Además guardaba un secreto complejo: los dedos de su pie izquierdo estaban unidos por una membrana. Nadie se atrevió nunca a reírse de su curiosa malformación, so pena de unas largas vacaciones en las gélidas estepas siberianas…

En El Discurso del Rey podremos ver cómo un hombre atenazado por sus complejos supera su tartamudez con la ayuda de un logopeda poco convencional y llega a dar un discurso que inspira al pueblo británico y lo une en la batalla más importante de su historia en los albores de la Segunda Guerra Mundial. Es la historia de un hombre corriente recupera su autoridad y se transforma en un verdadero rey en los momentos más difíciles gracias a un carismático logopeda.

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