La Compañía Nacional de Teatro Clásico estrena Tragicomedia de Don Duardos, una obra de caballeros andantes escrita por Gil Vicente. En ella se narran las peripecias de Don Duardos, un príncipe que llega a la corte de Constantinopla exigiendo la cabeza del hijo del rey y que se enamora de la hermana de éste, la infanta Flérida.

Pese a su antigüedad, el tema es intemporal: la búsqueda del hombre que se busca a sí mismo. En este caso, Don Duardos se hará pasar por pobre para que Flérida le quiera por cómo es y no por el tamaño de su cartera.

Todo ello con una escenografía que reproduce el claustro de un palacio renacentista. En él tenían lugar los momos, una especie de alegorías y mascaradas que divertían a la corte.

Para que eso fuera posible, se recurría al baile y a la música. De ahí que los músicos, con flautas, laúdes e incluso una viola de gamba, se mezclen con los actores y que éstos bailen, canten e invadan el patio de butacas. ¿Quién ha dicho que en el Renacimiento no sabían divertirse?

El padre del teatro luso

Gil Vicente (1464-1536) fue dramaturgo en la corte de tres reyes portugueses. Está considerado el fundador del teatro en ese país, aunque casi la mitad de sus obras  (como ésta) las escribió en español. Su biografía es todavía un misterio. Se cree que fue actor, director músico y algunos piensan que también orfebre.

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