Una visita a los 'jefes' de los 1.850 trenes que cruzan a diario por Madrid

  • Un centenar de personas trabajan en Chamartín controlando convoyes.
  • Los vagones son para ellos simples puntos de luz en una pantalla.
Puesto de mando en Chamartín.
Puesto de mando en Chamartín.
ANTONIO NAVIA
Puesto de mando en Chamartín.

Coger un tren de Cercanías es el pan nuestro de cada día para un millón de madrileños. Lo que no saben quienes se suben despreocupados a un vagón de cualquiera de sus nueve líneas (C-2, C-3, C-3a, C-4, C-5, C-7, C-8, C-9, C-10), es que un centenar de profesionales velan porque lleguen sanos y salvos a su destino. Trabajan a turnos para que al menos siempre haya 22 pares de ojos vigilando los convoyes durante 24 horas al día, las 365 jornadas del año.

Son los empleados del Centro de Mando de Adif, ubicado en la estación de Chamartín, y que tan bien conoce su delegado de circulación, José Antonio Cárdenas. No en vano lleva 43 años en la casa. Ahora, tras toda una vida "de ferroviario", tiene a su cargo el control de cuantos trenes atraviesan la capital en un perímetro de 250 kilómetros. O lo que es lo mismo, más de 2.520 kilómetros de vías y 1.850 convoyes diarios, de los que 1.359 son exclusivamente de la red de Cercanías. El resto se reparten entre media y larga distancia y mercancías. Los AVE son competencia exclusiva de otro puesto de mando, su primo-hermano, que se encuentra en Atocha.

Pero uno y otro tienen un funcionamiento muy similar. Cada operador trabaja con cuatro pantallas de ordenador en las que controla los convoyes y trayectos que tiene asignado. Eso sí, cada tren es poco más que un número y un punto de luz en el monitor. Además, frente a ellos y a mayor escala, una pantalla enorme reproduce la realidad ferroviaria de la capital a tiempo real.

Una realidad que vivió su día negro el histórico 11-M. "Había un silencio inhabitual en la sala", cuenta Cárdenas, que recuerda como, a las pocas horas de las explosiones, los operadores trataban de mover trenes en un intento de volver a la normalidad [eso a pesar de que se dio la orden de parar toda la circulación]. Una jornada negra en la que de poco sirvió que el puesto de mando tenga contacto "directo y preferente con el Samur" y línea telefónica con todos los maquinistas.

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