«Mis hijos hablan valenciano con deje»

«Mis hijos llegaron a Valencia con tres y seis años. Los escolarizamos en Benitachell. Las clases eran en valenciano, pero se acostumbraron. Años después, cuando ya nos vinimos a Valencia ciudad, un profesor, preocupado, me llamó:
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Es que sus hijos hablan con un deje que no sé identificar’, me dijo. ‘¡Claro, es que somos uruguayos!’, le respondí». La anécdota da cuenta del grado de integración de la familia de Osvaldo Galeandro, un inmigrante uruguayo que lleva aquí 15 años.

Él, su mujer, su madre y sus dos hijos se vieron obligados a emigrar por la situación económica de Uruguay: «Quedarse allí era negarles el futuro a los niños», lamenta. La familia lo vendió todo y partió rumbo a Valencia «con cuatro maletas y pensando que era fácil conseguir los papeles». Llegaron con visados de turista y cuando se agotaron, «el sueño se desmoronó».

«Pasamos un tiempo fuera de la ley porque carecíamos de permiso de residencia, y sin éste no había trabajo, y sin trabajo no había residencia», dice Osvaldo. En la clandestinidad, fue vital el apoyo de unos familiares: «Nos ayudaron en la vivienda y el trabajo y les estamos muy agradecidos».

No ha vuelto a Uruguay

Los Galeandro consiguieron los papeles en el 91 y ahora casi que les sobran: tienen pasaporte español y uruguayo, aunque este último casi no lo usan.

El cabeza de familia, por ejemplo, no ha vuelto a su país, que recuerda envejecido demográfica y urbanísticamente: «Los jóvenes que pueden emigran, y allí no es como aquí, los edificios se quedan viejos por falta de dinero para arreglarlos».

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