La madrugada del 11 de noviembre de 1990, España descubrió que existía la aluminosis y que si no reaccionaba se hundirían las construcciones hechas a todo correr en los años 60 y 70. Una mujer murió aplastada por los escombros de su piso del Turó de la Peira. Pasados 20 años, se han rehabilitado buena parte de los edificios afectados.
"No hay día que no recuerde lo que pasó, fue muy grave", recuerda un vecino del número 33 de la calle Cadí, el bloque que se hundió hace dos décadas, tras ceder su estructura por la aluminosis, una patología de un tipo de hormigón que se secaba más rápido. Su hija, que entonces tenía cinco años, todavía tiene miedo a dormir a oscuras.
"Lo pasamos muy mal, teníamos miedo", rememora Antonia Moreno, una vecina de 80 años que estrenó su piso renovado hace diez años. Relata que no fue fácil convivir con un pilar por cada metro cuadrado.
En el Turó de la Peira, el Ajuntament de Barcelona contabilizó 1.306 viviendas tan afectadas por patologías estructurales (aluminosis entre ellas) que se han tenido que reconstruir. Entre éstas, 93 han sido ejecutadas o están en obras. Se han rehabilitado, además, un centenar de edificios, pero todavía queda el 29% por arreglar.
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