El suceso ocurrió en un control donde soldados afganos y estadounidenses registraban vehículos, uno de los cuales estaba lleno de explosivos y estalló en pedazos, según las fuentes.

Como consecuencia, murieron tres soldados afganos y dos civiles, además del terrorista suicida, y resultaron heridos otros tres militares afganos.

El suceso se produjo en una de las áreas más peligrosas de Afganistán, justo un día después de que una conferencia internacional aprobase en Londres una asistencia de más de 10.500 millones de dólares para la reconstrucción de este empobrecido país.

Algunos medios señalaron que el atentado suicida de Khost fue cometido por un terrorista disfrazado de mujer, aunque este dato no ha sido confirmado de momento oficialmente.

En los últimos días, las fuerzas de seguridad afganas han detenido a supuestos simpatizantes de los talibanes que tenían la intención de llevar a cabo atentados suicidas en el país.

Ayer se informó de que un iraquí y tres paquistaníes, sospechosos de estar vinculados al grupo ultraintegrista islámico, fueron detenidos en la provincia de Nimroz, donde llegaron al parecer desde Irán.

Otras cinco personas, de nacionalidad bangladeshí, también fueron detenidas en Zaranj el pasado martes por no tener los documentos legales requeridos y se sospecha que están vinculados a los rebeldes afganos.

Después de que el 16 de enero se registrase uno de los ataques más sangrientos, cuando un causó la muerte de 24 personas en la localidad de Spinboldak, fronteriza con Pakistán, el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, ordenó acciones más duras contra los rebeldes talibanes.

Ese régimen ultraintegrista gobernó Afganistán desde 1996 y hasta finales de 2001, cuando fue derrocado por una intervención militar liderada por Estados Unidos.