El acusado de matar a una joven en Paiporta y herir a otra dice que estaba "embrujado" por sus víctimas

La herida relata ante el tribunal que el acusado les acuchilló "como a un perro en la calle" y lamenta que no pudiera salvar a su amiga
El acusado en la vista
El acusado en la vista
EP
El acusado en la vista

Mohamed A., el hombre acusado de matar en enero de 2009 a una joven de 23 años en el municipio valenciano de Paiporta, y de herir a otra, ha reconocido este martes los hechos que se le imputan pero ha afirmado que estaba "embrujado" por las víctimas y que era "inconsciente". "No estaba con mis facultades, no estaba bien y no recuerdo nada", ha insistido.

El juicio contra este hombre, de origen marroquí, ha comenzado a las 10.15 horas en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Valencia, y se ha alargado hasta las 12.30 horas, momento en que la causa ha quedado vista para sentencia. Hasta la sala se han acercado medio centenar de amigos y familiares de las víctimas que han pedido justicia y que el acusado no vaya a un centro psiquiátrico —tal y como solicita el ministerio fiscal y la defensa—, sino a la cárcel.

En el transcurso de la vista, el presidente del tribunal se ha visto obligado a intervenir hasta en dos ocasiones para pedir silencio y respeto para el acusado, puesto que los familiares y amigos se mostraban indignados y le acusaban de mentiroso. Durante la declaración de Susana, la joven herida, la mayoría de los asistentes no pudieron contener las lágrimas.

El acusado, cuya declaración ha sido emitida por una intérprete —a pesar de que amigos de las víctimas aseguraran que sabía hablar castellano—, se ha fundamentado en alegar que no estaba bien en el momento en que cometió los hechos y en que las víctimas le habían embrujado con unos polvos en la bebida. También ha dicho que ellas le controlaban todo lo que hacía con un mando a distancia y a través de un cristal que le colocaron en la cabeza.

El hombre ha explicado que el día de los hechos, el 11 de enero de 2009, acudió a Paiporta desde Murcia para "hablar" con las víctimas, porque "estaba mal y quería una solución". Ha dicho que le "embrujaron" y que denunció este hecho el año 2008 en los juzgados. "Lo único que quería de ellas era que me dejaran en paz", ha matizado.

Ha afirmado que tiene una prueba de que fue "embrujado" con una cámara del pub "que lo grabó todo" —mientras que el local carecía de este tipo de instrumentos— pero, sin embargo, no recordaba nada respecto a cómo mató a una de las chicas e hirió a la otra, ni tan siquiera sabía sus nombres, según ha dicho.

El hombre ha asegurado que antes de cometer los hechos tomaba medicación porque estaba "muy nervioso". Además, se considera un enfermo mental y dice que es de religión musulmana aunque "no muy fanático", ha puntualizado. También ha indicado, tras insistir en la pregunta hasta tres veces el presidente del tribunal, que todo lo que dijo ante la Policía, cuando detalló cómo había cometido el crimen, era cierto.

Relato de una víctima

Susana —que en la actualidad recibe tratamiento psicológico y psiquiátrico y no puede estar sola— ha relatado que en la noche en la que tuvo lugar el suceso, su amiga y víctima, Carolina, cuando se acercó a cerrar la persiana del local que regentaban, vio a alguien en la esquina, pero no supo identificarle —el acusado ya había acudido en otras ocasiones al establecimiento e, incluso, le había pedido el número de teléfono a Carolina—.

Una vez fuera, cuando estaban subiendo al coche, ha explicado que el acusado se le acercó por detrás con un cuchillo y comenzó a agredirle en la cabeza y en el estómago. Carolina en ese momento intentó huir para pedir auxilio, hasta que el hombre le alcanzó, le dio al menos ocho cuchilladas, y la mató.

"Vi que corría pero casi no podía hacerlo por los nervios", ha dicho Susana, quien no recuerda si llegó a gritar al acusado 'No me mates', 'No me mates'. Ha señalado que el acusado dejó de apuñalarla porque la consideraba muerta, ya que le dejó tumbada en el asiento del coche con la cabeza apoyada en el respaldo.

Ha explicado que sin saber de dónde sacó las fuerzas, pudo salir del coche y se dirigió otra vez hasta la puerta del pub, donde vio a un amigo de su hermano y le pidió ayuda. Seguidamente acudieron hasta el lugar su padre y su hermano, a quien les pidió que no la dejaran dormirse.

"Nos acuchilló como a un perro en la calle", ha lamentado la víctima, quien ha indicado que él no les dijo nada antes de atacarles: "se acercó y empezó a apuñalarme en la cabeza y no pude defenderme", ha dicho.

Al hombre lo conocían porque había acudido al local en otras ocasiones. "Cuando venía, se subía al piso de arriba y esperaba a que se fuera todo el mundo para quedarse a solas con nosotras. No nos daba buen rollo y pedíamos siempre a alguien que se quedara hasta que cerrásemos". Ha señalado que nunca les amenazó ni les insultó, aunque ellas sí tuvieron que llamar varias veces a la Policía para que lo "sacaran" de allí. "Me destrozó la vida", ha lamentado.

Examen psiquiátrico

Los exámenes realizados por psiquiatras al acusado han concluido que éste padece un trastorno por delirios, y han aconsejado su internamiento en un centro psiquiátrico en lugar de prisión. Sin embargo, tanto la acusación particular como la popular —representada por el Ayuntamiento de Paiporta— han expuesto que los tres informes realizados al acusado son contradictorios y que cuando cometió los hechos estaba bien —en el primer informe se indica que puede tratarse de una simulación—.

Los peritos han mantenido que el hombre padece ideas delirantes "pero no un retraso mental", y "por eso intentó huir tras cometer los hechos", han dicho. Han indicado que las víctimas formaban parte de su órbita de ideas delirantes mientras que el resto de su vida era "normal". También han señalado que en la actitud del hombre había "suspicacia", según consta en los documentos.

Por todo, el ministerio fiscal pide para el acusado una pena de 34 años de internamiento en un centro psiquiátrico por un delito de asesinato y otro delito de asesinato en grado de tentativa, mientras que las acusaciones piden la misma pena pero de prisión. La defensa reclama entre 23 y 28 años de internamiento para su representado.

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