El Papa dedica la primera parte de su primera encíclica al amor y al sexo

Nueve meses después de su elección como Pontífice, el Vaticano hizo pública  la primera encíclica de Benedicto XVI, "Deus caritas est" (Dios es amor).
Benedicto XVI
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"Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él". Con esta cita bíblica de la primera epístola de san Juan Evangelista comienza su primera Encíclica (carta solemne que dirige el Papa a los obispos y fieles católicos del mundo) Joseph Ratzinger.

En la Encíclica, dividida en dos partes, el Papa no traza las línea de su pontificado, sino que habla del amor a Dios y de la caridad eclesiástica.

Parte 1: "La unidad del amor en la creación y en la historia de la Salvación" es una reflexión teológico-filosófica sobre el amor en sus diferentes dimensiones -erótico, amistad y entrega-.

"El término amor, una de las palabras más usadas y abusadas en el mundo de hoy, posee un amplio campo semántico (...), el amor entre el hombre y la mujer, eros, emerge como arquetipo", especifica Ratzinger en el texto.

En esta primera parte, el Papa realiza una reflexión teológica-filosófica sobre el amor en sus diferentes dimensiones, erótico, amistad y entrega.

El amor por excelencia es entre un hombre y una mujer
A este respecto, el Papa subraya que se habla "de amor a la patria, a los padres, por el trabajo, a Dios, etc, pero entre todos ellos el amor por excelencia es entre un hombre y una mujer, en el que intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma".

El Papa hace, además, un recorrido a lo largo de la historia señalando que los griegos llamaban 'eros' al amor entre un hombre y una mujer, y afirma que el eros ebrio e indisciplinado no es elevación hacia lo divino, sino caída y degradación del hombre.

Benedicto XVI rechaza que el Cristianismo haya destruido al eros, afirmando que sólo ha pretendido "sanearlo" para que alcance su verdadera grandez.

Si el hombre pretende ser sólo espíritu y quiere rechazar la carne perdería su dignidad
Según el Papa si el hombre pretende ser sólo espíritu y quiere rechazar la carne perdería su dignidad y si repudia el espíritu y considera el cuerpo como una realidad exclusiva malogra su grandeza. Sólo cuando ambos (espíritu y carne) se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo, afirmó.

"Pero el modo de exaltar el cuerpo que hoy constatamos resulta engañoso. El eros degradado a puro sexo se convierte en mercancía, en simple objeto que se puede comprar y vender. El hombre se transforma en mercancía", advierte el Papa, que agrega que el eros necesita seguir un camino de ascesis, renuncia, purificación y recuperación.

En ese punto se llega al "ágape", la entrega y preocupación por el otro. "Ya no se busca a sí mismo, sino que ansía más el bien del amado, se convierte en renuncia y está dispuesto al sacrificio", destaca. Benedicto XVI subraya que el eros orienta al hombre hacia el matrimonio, un vínculo marcado por su carácter único: "a la imagen del Dios monoteísta corresponde el matrimonio monógamo, el matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios, escribe.

Parte 2: "Caritas, el ejercicio del amor de Dios por parte de la Iglesia como 'comunidad de amor' analiza la aplicación concreta del mandamiento amarás al prójimo como a uno mismo. En este apartado,

Benedicto XVI critica la visión utilitaria de la caridad -especialmente en el marxismo-, ya que a su juicio "desde el siglo XIX fue levantada una objeción fundamental contra la actividad caritativa de la iglesia".

Para definir con más precisión la relación entre justicia y caridad, el Papa señala que el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea de la política y que un Estado que no se rige según la justicia "se reduciría a una gran banda de ladrones".

Benedicto XVI afirma que la Iglesia "no puede ni debe" emprender por cuenta propia la empresa política de realizar una sociedad más justa y que ,aunque "no puede ni debe sustituir al Estado", tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia".

Reforzar la fe

El texto consta de 78 páginas y lleva la fecha del 25 de diciembre de 2005, Natividad del Señor. La encíclica fue escrita por Joseph Ratzinger el pasado verano, durante sus vacaciones en el Valle de Aosta.

Hoy, minutos antes de que el Vaticano la hiciera pública, Ratzinger afirmó que espera que la lectura de la encíclica "refuerce la fe de los fieles" y les ayude "a amar mayormente a Dios y a realizar actos de caridad hacia el prójimo".

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