Su hija Ivonne fue una de las primeras víctimas. Murió en 1993 a punto de cumplir 17 años y con una hija de 1. Su cuerpo, hallado ocho días después de su desaparición, sólo pudo ser identificado por la ropa. Este viernes será enterrada tras años de complicados trámites y pruebas de identificación. Desde entonces han sido muchas las asesinadas –la primera, una niña de 3 años cuyo caso está a punto de prescribir sin un culpable– en esta ciudad en la que el tráfico de drogas y personas son moneda corriente.

Decenas de madres denuncian estos días, coincidiendo con la visita de la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género, presidida por Cristina del Valle, la impunidad que rodea a estas muertes. Trata de blancas, tráfico de órganos, ajustes de cuentas... Las causas no están claras y las autoridades ni siquiera se ponen de acuerdo en el número de muertas. Elena Duarte, fiscal especializada, habla de un «falso mito» en los crímenes y asegura que entre las muertes se incluyen las de violencia doméstica, infartos y atropellos. Pero el goteo de asesinatos no cesa, a un ritmo de dos muertas al mes.

Crimen de lesa humanidad

Actualmente se está estudiando la posibilidad de llevar ante el Tribunal Internacional de La Haya la propuesta para que se incluya el ‘feminicidio’ como crimen de lesa humanidad y figure como tal junto a otros delitos como el asesinato, la esclavitud, la desaparición forzada de personas o la violación.