"Siempre tuyo" era la dedicatoria que su joven cliente quería grabar en la alianza de boda. Para concretar la inscripción y dejar una señal "de 200 euros" acudió este lunes por segunda vez– la primera fue el sábado– a la joyería que Pedro Paternoster tiene en Arganzuela. Pero el hombre, de unos 35 años, tenía otras intenciones.

"De repente sacó un arma y me dijo que no pulsara la alarma y que le bajara a la cueva, donde tenemos las cajas fuertes", explicó este lunes el joyero a 20 minutos horas después de frustrar el atraco y con la camisa todavía ensangrentada. "Por suerte me di cuenta de que la pistola era falsa, lo vi en la parte superior y me atreví a hacerle frente", reconocía todavía con el susto en el cuerpo.

"Modales correctos"

Nada hizo sospechar a Pedro que el joven "suramericano de aspecto caucásico y modales correctos" podía buscarle la ruina. "El sábado me dijo que no tenía dinero para la señal y que regresaría el lunes". Y lo cumplió.

"Fue mi primer cliente, llegó a las diez, nada más abrir", explica el joyero. Minutos después estaba forcejeando con él para evitar que desvalijara su negocio. "Creo que no se ha llevado nada, no le ha dado tiempo".

Lo que sí pudo el atracador fue intentar reducir al joyero con una porra. Por eso no dudó en propinarle un fuerte golpe en la cabeza que le seccionó la oreja izquierda, tras lo que se dio a la fuga. "La oreja se me ha quedado colgando y he necesitado un montón de puntos de sutura, pero he tenido suerte", reconoce.

"Las consecuencias para otros compañeros a veces son peores", explica quien está acostumbrado a convivir con el miedo. "Se lleva con filosofía, son gajes del oficio, porque esta situación es continua". Y lo dice el propietario de un negocio familiar que ha sobrevivido a su segundo atraco a mano armada y a varios butrones. A pesar de todo ello, este martes volverá a abrir las puertas.