De regreso al mismo geriátrico

  • Las familias de los dos fallecidos en el geriátrico no denunciarán.
  • Mantienen a otros parientes en el centro.
  • "Lo pasado, pasado", dice la sobrina de uno de los fallecidos.

La televisión permanece apagada en el salón donde los ancianos de la residencia Virgen del Consuelo de Ciempozuelos pasan sus tardes. Muy pocos saben todavía que dos de sus compañeros, Amancio y Jerónimo, fallecieron el sábado olvidados dentro de la furgoneta del geriátrico por uno de los codirectores, Luis Miguel Aranda, imputado por dos delitos de homicidio imprudente.

"Se lo vamos diciendo poco a poco, según nos preguntan", explicaba este martes el hermano de Luis Miguel, "no queremos que se enteren por las imágenes", apostilla.

Mientras el centro intenta regresar a la normalidad, el personal recuerda con cariño a los que ya no están. "Jerónimo era el picarón, nos gustaba chincharle. Se dirigía a nosotras como 'desgraciadas'. Amancio casi no veía ya", rememora Pilar, una de las empleadas, con diez años de antigüedad en el geriátrico y que el sábado por la noche no dudó en acudir al centro para arropar a sus jefes.

"Mi hermano ya no tiene fuerzas para llorar más. Nosotros no somos las víctimas, sino los culpables", cuenta Óscar Aranda, que estos días cubre el vacío dejado por Luis. Y a sobrellevarlo ayuda especialmente la actitud de las familias afectadas: "Lo pasado, pasado. Son muy buenas personas", dice sin rencor la sobrina de uno de los fallecidos, Jerónimo, y cuyo padre seguirá internado en el centro, porque no denunciarán.

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