El sabor de las bebidas aumenta su consumo un 32 por ciento, según un estudio de la UCAM

Un 'Estudio Comparativo de Diferentes procedimientos de Hidratación', elaborado por la Cátedra de Fisiología de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), alerta de que el sabor de las bebidas aumenta su ingesta hasta en un 32 por ciento, lo que reduce considerablemente el riesgo de padecer deshidratación.

Un 'Estudio Comparativo de Diferentes procedimientos de Hidratación', elaborado por la Cátedra de Fisiología de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), alerta de que el sabor de las bebidas aumenta su ingesta hasta en un 32 por ciento, lo que reduce considerablemente el riesgo de padecer deshidratación.

Este proyecto ha tenido como objetivo valorar la capacidad para hidratarse adecuadamente, en condiciones de calor y humedad alta y en función de diversas estrategias basadas en la ingesta de distintos tipos de bebidas con diferentes sabores.

Para ello, se seleccionó a un grupo homogéneo de personas que practicaban deporte y se contó con 26 corredores de fondo varones con una edad media de 34 años y un entrenamiento moderado. Los participantes se sometieron a cuatro pruebas de esfuerzo con ergómetro de cinta continuada, utilizando diversas modalidades de hidratación: la primera prueba con agua, la segunda con bebidas de sabor y, una tercera, utilizando bebidas con sabor más agua.

Según las conclusiones aportadas por el equipo investigador, el sabor favorece una mayor ingesta de líquidos y con ello alcanzar un óptimo estado de hidratación.

Asimismo, los sujetos estudiados bebieron más en aquellas pruebas en las que disponían de una mayor variedad de bebidas, algo que hizo disminuir la pérdida de peso provocada por la deshidratación.

Y es que, durante los meses de verano aumentan los casos de deshidratación, golpes de calor y los ingresos hospitalarios debido a que el calor aumenta las pérdidas de líquido corporal, especialmente a través del sudor, lo que puede provocar dolor de cabeza, mareos, vómitos, disminución del rendimiento físico y mental, fatiga o aumento del ritmo cardíaco, entre otras cosas.

Frente a este riesgo, ingerir líquidos y consumir bebidas con buen sabor ayuda a mantener un adecuado nivel de hidratación. Así lo confirma el 'Estudio Comparativo de Diferentes procedimientos de Hidratación' elaborado por la Cátedra de Fisiología del Ejercicio de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).

La investigación concluye que la ingesta de líquidos es un 50 por ciento mayor cuando se dispone de diversidad de bebidas como agua, refrescos o zumos. Además, cuando las bebidas tienen buen sabor, el consumo se incrementa en un 32 por ciento.

Esto refrenda las recomendaciones de los especialistas que señalan que, además de ingerir alimentos ricos en agua como frutas y verduras, es conveniente variar el consumo de bebidas incluyendo agua, refrescos, zumos y evitar las bebidas alcohólicas para facilitar una óptima hidratación.

Situaciones y grupos de riesgo

En términos generales los especialistas aconsejan beber de dos a tres litros de agua al día, sobre todo en verano, que es cuando se pierden más líquidos corporales que hay que reponer.

En este sentido hacer turismo, excursiones, practicar deporte, ir a la playa o la montaña, son algunas de las actividades frecuentes en esta época y que pueden alterar el equilibrio hídrico.

Además, existen grupos de población que corren más riesgo de sufrir las consecuencias de la deshidratación como son aquellos que pasan mucho tiempo expuestos al calor, que practican actividad física o que, fisiológicamente, son más vulnerables a sus consecuencias como ancianos, deportistas, profesionales que están al aire libre (obreros de la construcción, personal de mantenimiento urbano, comerciales, pescadores o agricultores).

Las personas mayores también son un grupo de población de riesgo, ya que con la edad, el mecanismo de termorregulación se deteriora y disminuye la sensación de sed, por lo que les cuesta beber. Además, suelen presentar un sistema inmunológico más debilitado y una mayor incidencia de otras enfermedades, lo que les hace más vulnerables frente a las consecuencias de la deshidratación.

Por otro lado, al realizar actividades físicas prolongadas, sobre todo en condiciones de calor y humedad. Con el esfuerzo aumenta la temperatura corporal y se suda, por lo que se pierden líquidos y sales minerales.

Por ello, los especialistas, recomiendan beber agua antes, durante y después de hacer esfuerzos físicos y no sólo cuando se tiene sensación de sed ya que cuando aparece esta señal de sed es porque se ha perdido en torno a un 1 por ciento de líquido corporal, síntoma de que existe un cierto grado de deshidratación.

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