Pijos por cuenta ajena

En los sesenta, cuando Murcia era un gran huerto con casas y catedral, Cartagena tenía salas de fiesta, tiendas de moda y eran los pijos de la Región.
Luego vinieron las crisis de Bazán y de otros y el Estado dejó de insuflar tanta pasta a una ciudad poco acostumbrada a la iniciativa privada. Y Cartagena ensombreció. Murcia, en cambio, empezó a
recibir a gente con ganas y proyectos.

Y la capital creció mientras algunos del submarino nos echaban la culpa de todos sus males y veían con sumo dolor cómo en los ochenta y noventa los pijos eran los del zaragüel y cómo a ellos no les llegaba la inversión pública suficiente para volver a su antiguo status. Hasta que el Gobierno regional dio unas condiciones fiscales tan favorables a General Electric, que la multinacional prefirió poner sus fábricas en Cartagena antes que en otros lugares.

Por fin, gracias de nuevo a inversiones ajenas y a los impuestos de todos, los de CT pueden volver a ser pijos y tienen los pisos más caros que en Murcia. A ver si así a algunos ya no les caemos tan mal.

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