Cazalilla se prepara para vivir también en verano la 'fiesta de la pava' con el regreso de emigrantes al pueblo

El municipio de Cazalilla (Jaén) se prepara para vivir también en verano su tradicional 'fiesta de la pava' para, con motivo del regreso de muchos vecinos que se encuentran fuera de la localidad, repetir la "curiosa costumbre" que se celebra en febrero en la festividad de San Blas y en la que se arroja una pava viva desde el campanario de la iglesia. Se trata de una acción contra la que asociaciones protectoras de animales levantan la voz cada año para que no se lleve a cabo.

El municipio de Cazalilla (Jaén) se prepara para vivir también en verano su tradicional 'fiesta de la pava' para, con motivo del regreso de muchos vecinos que se encuentran fuera de la localidad, repetir la "curiosa costumbre" que se celebra en febrero en la festividad de San Blas y en la que se arroja una pava viva desde el campanario de la iglesia. Se trata de una acción contra la que asociaciones protectoras de animales levantan la voz cada año para que no se lleve a cabo.

El propio Ayuntamiento detalla en su página web que el origen de esta costumbre se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando dos familias enfrentadas se reconciliaron al enamorarse el hijo de una con la hija de la otra y ambos se casaron un 3 de febrero, día en que una pava, "símbolo de riqueza y prosperidad, fue lanzada desde el campanario para hacer partícipe a todo el pueblo de que la paz había llegado a ambas familias". No obstante, también recoge que hay quien ubica esta costumbre en los sorteos populares con los que las cofradías de ánimas recaudaban fondos para sus fines.

En cualquier caso, se destaca cómo esta "fiesta centenaria" ha trascendido el ámbito local para convertirse en una fiesta comarcal que congrega a vecinos de localidades limítrofes como Mengíbar, Espelúy, Villanueva de la Reina, Lahiguera.

Además, el "ritual vuelve a hacerse cada año durante el fin de semana más próximo al día 15 de agosto, fecha en la que los cazalilleros que emigraron a otras tierras retornan con vacaciones para vivir junto a los suyos las tradiciones y festejos que conforman sus señas de identidad", según se añade en la web.

Sin embargo, esta fiesta cuenta con detractores entre las asociaciones protectoras de animales, que denuncian el lanzamiento de la pava con la consecuente sanción por la autoridad competente. De hecho, el año pasado, la Junta de Andalucía impuso una multa de 2001 euros al hombre que la arrojó durante los festejos de San Blas en febrero.

Frente a quienes rechazan este tipo de acciones se sitúan aquéllos que defienden su carácter tradicional sin que se haga daño al animal. Muestra de ello es, por ejemplo, la existencia en la red social Facebook del grupo 'Apoyo a la fiesta de la pava de San Blas-Cazalilla (Jaén)', cuyo objetivo es "mantener entre todos" esta costumbre.

En este grupo, que cuenta por el momento con 339 miembros, se recoge la leyenda sobre el origen de la fiesta, fotos y comentarios, así como una invitación para "comprobar personalmente" cómo el animal es guiado al campanario para su posterior suelta a la plaza sin que sufra daño alguno.

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