Para casi todo en esta vida hay niveles y mucho más para los placeres, como la comida, que es el caso que nos ocupa. Se puede ser bueno: y mejor. En esta casa, la de Paco, cada día hay mejor cocina. Su autor es un gaditano, autodidacta, amante de las buenas artes de los fogones. Desde que abrió las puertas de su local, hace dos años, se propuso ofrecer una carta variopinta, para todos los gustos.Con unas tapas riquísimas se ha ganado a un público joven y diverso, que abarrota el interior y la terraza, en cualquier época de año, haga frío o calor. El éxito probablemente radica en las buenas materias primas y la gracia con las que elabora sus platos. Éste era un bar casi perdido de la deprimida Alameda, que ahora está que se sale (dejando de lado las obras) gracias a la vida que los adictos al barrio le han dado. Se han mantenido con gusto azulejos de los años cincuenta y setenta, para convertir este espacio en un lugar agradable, donde los colores de los platos sugieren sabores diversos, y uno se impregna de los tiernos olores del vino dulce que riega el solomillo, los gratinados de calabacín y espárragos, los quesos fritos salteados con dulce mermelada. Ahora, que es la época, hace guisos o pone a la plancha carnes de caza. Uno de los platos más valorados es el revuelto de papas, generoso y lleno de sabor, el pez espada con vino de naranja, el queso de cabra gratinado y el ya universal salmorejo.