Cerca de 27.000 personas cerraron ayer la Feria de Julio de la forma más colorida y divertida al llenar el Paseo de la Alameda con la tradicional Batalla de Flores, un acto "único y peculiar" en el que se utilizó como munición más de un millón de clavellones, según el recuento facilitado este lunes por los organizadores.

El mismo escenario, desde hace más de cien años, consigue reunir a miles de personas que no se quieren perder la batalla más pacífica y en el que tampoco faltan las autoridades.

En el palco presidencial estuvieron presentes la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, al vicepresidente del Consell, Juan Cotino, al concejal de Fiestas y Cultura Popular, Félix Crespo, y a otros miembros del equipo de gobierno municipal como Jorge Bellver, Alfonso Novo, Marta Torrado y a los representantes socialistas Carmen Alborch, Rafael Rubio y Pilar Calabuig.

Como es tradicional, la guerra de clavellones es precedida por la aparición de los paracaidistas del Para Club Valencia portando la senyera, y el desfile de las carrozas encabezado por la Policía de gala montada a caballo, la colla de dolçaina y tabalet y los porta joies a caballo con el traje tradicional de huerta valenciano. Luego desfilarían las 28 carrozas, landós y coches ligeros bellamente engalanados. Todos los detalles están más que cuidados para una ocasión que se prepara con sumo cuidado año tras año.

El galardón más codiciado, el Barón de Cortés, volvió a ser este año para el artista Enrique Burriel, en este caso con la carroza 'Veneciana', en la que desfilaron la Bellea del Foc de Alicante y sus damas. El primer premio de la sección especial A fue para 'Cuentos de Hadas', de Carrozas Sánchez, ocupada por la Fallara Mayor de Valencia, Mª Pilar Giménez, y su Corte de Honor. En la sección especial B, la victoria fue para 'Gatitos', de Afduva, conducida por la reina de la poesía.

Una vez entregados los premios se iniciaban las hostilidades con el segundo tro d'avís. Durante quince minutos, acompañados con la música más divertida, no pararon de volar claveles por todo el recorrido que realizan los carros y carrozas, en una guerra de flores que provoca sonrisas y anima a participar a todo el mundo.

Otra carcasa anuncia que la batalla ha terminado, pero pocas personas dejan de lanzarse flores, y como si de niños se tratase, es difícil parar de jugar. El acto finalizó con una mascletá de El Portugués.