El profesor del departamento de Derecho Público de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) Javier Alés considera la actitud como la principal característica para llevar a cabo un buen proceso de mediación, ya que, en su opinión, "para que una mediación tenga lugar tiene que haber una actitud por parte de la persona que requiera de ayuda y también por la parte que decide ayudar".

Según Alés, la mediación no es más que "una actitud en la gestión de un conflicto por el que expertos ayudan a las partes enfrentadas en la búsqueda de sus propios acuerdos". Por ello, el profesor asegura que "antes de que una persona trabaje la mediación, debe ser mediadora", es decir, saber tratar en todo momento el problema y conocer su raíz "intentando llegar al fondo con preguntas que inviten a pensar, pero que tengan fácil respuesta".

Alés, que dirige esta semana el curso sobre 'Mediación en conflictos' de la UPO en Carmona (Sevilla), afirmó que para desarrollar un proceso de mediación hay que llevar a cabo una serie de planteamientos. El primero de ellos y más importante es la "hacer la radiografía del problema", hablando con todas las partes implicadas en el conflicto, así como también analizar por qué existe el problema.

Una vez hecha la "radiografía", el mediador debe saber distinguir entre protagonistas principales y secundarios y tener claro que "el poder es la capacidad de influencia de los protagonistas". Además, hay que saber cómo se interpreta el conflicto y el conjunto de emociones y sentimientos que conlleva.

Al respecto, Alés señaló la importancia de la disposición que la persona tenga ante el problema y cómo se enfrenta a él. Aquí es cuando se comienza a llevar a cabo un plan de mediación, donde sobre todo prime "el poder de la palabra", según el experto. Esta técnica de mediación es cada vez más requerida por las familias que se enfrentan a problemas de todo tipo, aunque destacó que entre los más comunes está el problema de los padres con hijos adolescentes.