El inventario de los paisajes del Camp de Tarragona evitará su deterioro

El Catálogo del Paisaje del Camp de Tarragona, que abarca las comarcas del Tarragonès, Alt Camp, Baix Camp, Baix Penedès, la Conca de Barberà y el Priorat, fue aprobado hoy por el conseller de Política Territorial y Obras Públicas, Joaquim Nadal.

Este catálogo, elaborado por el Observatorio del Paisaje de Catalunya, es un instrumento previsto en la Ley catalana del paisaje que sirve para inventariar y analizar todos los valores paisajísticos de la zona y para proponer aquellos objetivos de calidad paisajística que la planificación territorial y el resto de políticas sectoriales deberán tomar en consideración.

El informe hace inventario de los valores ecológicos (como las montañas de Prades y cultivos de la llanura de l'Hospitalet de l'Infant), estéticos (bodegas modernistas de l'Alt Camp y la Conca de Barberà, entre otros) e históricos (castillos medievales del Gaià, conjunto de Montblanc, restos de la Tarragona romana y arquitectura de piedra seca, por ejemplo).

Se incluyen también paisajes con una gran carga simbólica e identitaria para la población (entre otros, el santuario de Sant Magí de la Brufaganya, Montsant y el bosque de Poblet) y otros con valores religiosos, como los territorios de los monasterios de Santa Maria de Poblet y Santes Creus.

El documento dedica un capítulo a cuatro tipos de paisajes muy singulares del Camp de Tarragona, sometidos a intensas dinámicas de transformación: el paisaje del algarrobo, característico de las tierras de secano de las laderas, propio de las áreas mediterráneas y con un alto significado identitario, que se encuentra en fuerte regresión; el paisaje del avellano, entorno natural que se asocia al Camp de Tarragona, también amenazado; el paisaje de la periferia de Tarragona, y el de la fachada litoral del Tarragonès-Penedès.

El actual paisaje del Camp tiene poco que ver con el existente hace un siglo, por el intenso proceso de urbanización en la línea de costa y en áreas significativas de la llanura del Camp y del Penedès. Este proceso ha ido acompañado de un cambio significativo de los usos del suelo, con una creciente extensión de la masa forestal, hasta el 54% de la superficie, un retroceso de los cultivos hasta el 39% del territorio, y un crecimiento del espacio urbano, que ocupa el 7% del área.

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