Calle reducidas a un solo carril por los coches en doble fila (más de 20 en algunos casos), atascos, automóviles encima de las aceras... puede parecer una mañana cualquiera en la capital. Pero no. Son las doce de la noche de un viernes, y la doble fila no está causada por la carga y descarga, o por los parquímetros, si no por los aparcacoches de los restaurantes y discotecas de lujo que copan todas las plazas de aparcamiento disponibles en la calzada.

Y es que la doble fila en Madrid ya es casi tan problemática de noche como de día, sobre todo desde el pasado septiembre, cuando el Gobierno local inició una campaña de mano dura que ha hecho que la carga y descarga ilegal (principal responsable de la doble fila durante las horas de sol) se haya reducido en un 25% en toda la ciudad, según el último informe de movilidad del Consistorio.

Sin embargo, esta mano dura no parece aplicarse de noche. Algunos vecinos ya han protestado por el escándalo que se monta en sus puertas, ya que donde hay doble fila nocturna también suele darse botellón, como pasa en la sala La Riviera. Incluso ha habido autobuses de la EMT que han tenido que modificar su recorrido ante la imposibilidad de moverse por la ciudad, tal y como denunció IU el año pasado poniendo el ejemplo de La Latina, zona masificada de bares de copas y con vías muy estrechas.

Un recorrido por Madrid

La multa por aparcamiento indebido, "y que se puede poner aunque el conductor permanezca en el vehículo", como recuerda Mario Arnaldo, de Automovilistas Europeos Asociados, es de unos 300 euros. Un importe que no debe preocupar mucho a los clientes y dueños de los locales de ocio nocturno de la ciudad, a tenor de lo comprobado por 20 minutos la madrugada del pasado viernes. La prueba era sencilla: localizar turismos en doble fila y esperar a que viniera la Policía. El resultado: decenas de automóviles ocupando carriles de forma ilegal y ni un solo agente de movilidad o grúa alrededor.

Diez de la noche. En las cercanías de las calles Infanta Mercedes y Rosario Pino se ubican restaurantes como Casa Juan, Asador Donostiarra o Portobello. A esa hora ya se ven filas de siete y ocho autos en vías de un solo sentido. Horas más tarde los aparcacoches de la discoteca New Garamond no dudan en poner varios turismos encima de la acera. Pero la palma se la lleva la calle Jorge Juan. A las 23.00 horas el carril de la derecha está totalmente ocupado por BMW y Audis, dificultando las labores hasta para el camión de la basura. Una hora más tarde, en Velázquez, la sala Gabana 1800 acaba de abrir, pero ya hay tres autos aparcados en su puerta. Uno de ellos es una limusina. Dos horas después, en la misma vía, otra discoteca, Mañana no Salgo, y el restaurante Moon, acumulan una doble fila de más de 20 automóviles.

La ruta también nos lleva por la Castellana (cinco autos frente al Bingo Canoe), Capitán Haya (diez coches frente a la tasca La Farmacia), Concha Espina (seis turismos al lado del Real Café Bernabéu) y Serrano, donde, pese a las obras, también hay vehículos aparcados incorrectamente. En uno de estos locales los propios aparcacoches confiesan que casi nunca les llama la atención la Policía y que, en caso de sanción, quien paga es la empresa, no ellos.

La Policía, por su parte, reconoce que de noche tienen otras prioridades. Desde hace meses mantienen una huelga de celo en la que se niegan a hacer horas extra como forma de protesta por la falta de plantilla y la sobrecarga de trabajo, «y es precisamente en el turno de noche en el que se cuenta con menos personal», explica Federico Solbez, portavoz de CC*OO en la Policía Municipal de Madrid.

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