La instalación de sensores conectados a los sistemas de iluminación proporciona múltiples ventajas tanto en el interior como en el exterior del hogar, como son la mayor seguridad, la comodidad y el ahorro en el recibo de la luz, aseguran desde Fotocasa.

La principal ventaja que proporcionan los sensores instalados en el interior del hogar es el ahorro de energía. Esto es debido a que la luz permanece encendida sólo en aquellas habitaciones que están ocupadas o en las zonas de paso por las que transitamos, como pasillos.

Gracias también a los sensores, las luces se apagan automáticamente cuando abandonamos la habitación o la zona de paso, lo que nos proporciona, además de un menor gasto de luz, una mayor comodidad.

En el exterior de la vivienda, en cambio, este tipo de sensores actúan como elementos disuasorios para evitar robos. Así, cuando se detecta algún intruso en el exterior de la vivienda, una luz se enciende en el interior de la misma, incluso aunque esté vacía en ese momento. De esta manera, se puede provocar la huída del ladrón. Los sensores se pueden combinar no sólo con la luz, sino también con un sistema de alarma.

Sensores adaptables y programables

Los distintos tipos de sensores que existen en el mercado están dotados de tecnologías que les permiten detectar el movimiento, el calor o las vibraciones que desprendan los objetos. Para que cumplan su objetivo correctamente, es conveniente instalarlos en puertas y ventanas, ya que son los principales accesos que utilizan los intrusos para colarse en el interior del hogar.

Los sensores son, además, programables, los que nos permite restringir su uso a unas determinadas horas, modificar la distancia a la que detectan el movimiento o indicar cuánto tiempo debe permanecer encendida la luz, entre otras muchas posibilidades.

Fuente: hogar.fotocasa.es