David Ottone, de la compañía Yllana: "Nos encanta provocar, y nos sale solo"

  • Lleva dos décadas creando 'shows' tan disparatados como exitosos.
  • Él asegura que su compañía teatral tiene mucho de equipo.
David Ottone, encantado de que el público le pida "más caña".
David Ottone, encantado de que el público le pida "más caña".
Jorge París
David Ottone, encantado de que el público le pida "más caña".

Entre la irreverencia y el surrealismo, llevan 20 años creando espectáculos. Tras viajar a Nueva York, el último, Brokers, regresa esta semana a la cartelera teatral. Siempre hilarantes, Yllana tienen al frente a David Ottone. Aunque él insiste en que son un equipo...

¿Qué hay que hacer para entrar en Yllana, cómo es el futuro actor de su compañía?

Domina el cuerpo, porque lo nuestro es la comedia física, y tiene talento para la comedia, porque lo que hacemos es humor. Y sobre todo tenemos que sentir que nos puede representar bien a nosotros y a nuestra energía. ¡Nuestra compañía es muy de grupo, llevamos casi 20 años juntos!

<p>David Ottone</p>En Yllana tiene nombre la compañía, pero no el actor. ¿Es bueno?
Yo creo que es muy bueno, es un sello de calidad, una ventaja. Vas a ver a Yllana y sabes que vas a disfrutar, que te van a proponer algo interesante, original y divertido. Eso, para siempre.

¿Qué les falta a las producciones que son incapaces de atraer a la gente joven a los teatros?

No quiero meterme en ese berenjenal (risas). Nosotros no lo hacemos de forma consciente, es nuestro estilo, te sale. Aunque evidentemente tienes una propuesta con un ritmo diferente, nuestras influencias son muy cinematográficas. Muchas veces decimos que somos más cinéfilos que teatreros, somos cinéfilos que hacen teatro. Nos encantan las nuevas tecnologías, somos gente muy curiosa. Y somos un grupo bastante ecléctico. Cada uno piensa de una forma diferente. Este ritmo creo que comunica muy bien con nuestros coetáneos, con nuestra generación y las generaciones más jóvenes. Y tenemos una forma de hacer humor que gusta.

Tienen un público que no te encuentras habitualmente en las salas.

Sí, y mucha gente que normalmente no va al teatro pero con Yllana se lo pasa fenomenal. Y abrimos puertas a gente que empieza a plantearse que el teatro puede ser muy divertido. Cuando estabas en el colegio y tenías 13 años y te llevaban a ver una de Calderón de la Barca… te cerrabas al teatro. Ese teatro es fundamental y necesario, pero a lo mejor al joven tienes que plantearle otra cosa, tienes que iniciar a la gente poco a poco. En nuestros comienzos, trabajamos mucho teatro para institutos: empezaban a insultar, pero a los diez minutos todo el mundo estaba callado. Y los profesores nos preguntaban: "¿Qué ha pasado? ¡Os los habéis ganado". Nosotros empezamos en el circuito de la noche; tenemos ese estilo muy agresivo y directo porque teníamos que ganarnos a las masas ruidosas.

¿La gran cantidad de espectáculos que hay ahora en cartel asusta?

Si hay un boom de teatro, fantástico. Cuantas más cosas interesantes, más gente va al teatro, y más les influyas o te influyen para seguir creando. Siempre es positivo. Nosotros que tenemos el Teatro Alfil, lo que queremos es que salgan más compañías y que hay más compañías buenas, que el público cada vez sea más ávido.

¿Cómo es el proceso de creación de un espectáculo de Yllana?

Nos juntamos entre dos y cuatro meses -depende de lo que nos deje nuestro productor quedarnos allí (risas)-. A partir de una idea –en Brokers, los ejecutivos-, trabajamos cosas que te sugiere, todos en equipo. Yo voy dirigiendo la creatividad, hacia dónde debemos ir. Una trae la música, otro [dice] "mira, vemos una película". Comentamos y vamos construyendo poco a poco. Es como un puzzle que todavía no tiene las piezas. Yo siempre digo que lo difícil es crear el espectáculo. No tenemos un texto en que apoyarnos. Son tres meses de juego, imaginación, mucho trabajo… y poco a poco vas componiendo.

¿Los actores también participan?

Claro. Somos yo, los actores y el técnico de sonido ahí encerrados. Luego viene el de iluminación, un poquito más adelante, luego el vestuario. Pero son creaciones colectivas. El actor es fundamental a la hora de proponer. Eso es lo que lo hace maravilloso y por lo que luego lo defendemos así de bien en el escenario, porque es nuestra obra.

¿Hay algo que no se pueda contar sin palabras?

Se puede contar todo sin palabras. Al principio puede parecer complicado, pero después de muchos años te conviertes en un experto. Nosotros nos hemos arriesgado bastante, con el tema de la pena de muerte, por ejemplo, que a priori no es muy divertido. Yo creo que, en general, nos podemos reír de todo. Nosotros siempre estamos buscando retos, nos encanta provocar. Pero lo hacemos de forma inconsciente, porque es lo que nos sale. Tenemos la gran libertad, el lujo, de que hacemos lo que queremos. No tenemos censuras, nos censuramos nosotros mismos. En los procesos de creación no te puedes imaginar lo que hemos hecho, y hemos tenido que decir “no, esto no”.

O sea, que se han tenido que cortar.

Mucho, muchísimo. Eran cosas espeluznantes, yo creo que para meternos en la cárcel (risas). Lo hacemos por reírnos y porque para buscar tienes que ir mucho a los extremos para luego encontrar el punto intermedio. Nuestro público nos lo pide; si viene a un espectáculo de Yllana donde no hay esa caña, esa provocación, se queda defraudado. Y nosotros estamos encantados de que el público nos pida más caña.

¿Nunca han pensado "pero qué les pasa a éstos que no se ríen"?

En Turquía, en el festival de artes de Estambul, estábamos con Glub glub. En uno de los números hacíamos una pantomima, estábamos en el agua y hacíamos "splash, splash, splash"; en el contexto era muy gracioso, pero no funcionaba. Preguntamos y nos dijeron que allí la onomatopeya es "fosh". Al día siguiente lo intentamos por "fosh", y resultó fenomenal.

¿Alguna vez se han visto con el agua al cuello por meterse en tantos fregados?

Varias veces. Hemos tenido un par de proyectos muy al límite. En 20 años de carrera, no todo han sido subidones, por supuesto. Pero es parte de la vida. Y sin esos momentos, a lo mejor no valoras los buenos. Y si no hubieras cometido ese error, a lo mejor no sabrías solucionar lo que te ocurre ahora. Nunca te apetece equivocarte, pero es verdad eso que dicen de que aprendes mucho.

¿La lección aprendida…?

No hacer proyectos que se te vayan de las manos. Nosotros cogimos el Alfil en el 95, cuando llevábamos 4, 5 o 6 años. Con una deuda… Éramos muy inconscientes. Aunque también está fantástico. Somos arriesgados. Somos un grupo, eso es muy importante, y optamos por estar juntos. En ese sentido, nos hemos protegido, y también nos hemos mosqueado muchísimo (risas). Pero la sensación de grupo nos ha hecho superar muchos de los obstáculos y llegar adonde estamos.

Interactúan mucho con el público. ¿Y si no responden?

Es una pequeña parte del espectáculo y me gustaría que no se convirtiera en un sello, pero lo estamos haciendo últimamente. La tenemos muy estudiada. En dónde está colocada en el espectáculo y qué hacemos. Siempre ha funcionado muy bien. Suelen ser momentos catárticos. Ha habido casos que se ha rajado la persona o que se ha puesto a actuar, pero son los menos. Los estudiamos mucho, porque son complicados, los armamos muy bien. Parece muy improvisado, pero no.

BIOGRAFÍA: David Ottone nació en 1966, en Madrid. De padres de origen italiano e irlandés, tiene pasaporte británico. Estudió cine, pero el teatro es su "pasión absoluta".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento